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    Home»Destacado»Dr. Raúl Sadovsky: del electro al pentagrama
    Destacado

    Dr. Raúl Sadovsky: del electro al pentagrama

    03/04/2017
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    Captura de pantalla 2017-03-31 a las 08.56.18La revista médica «Somos Médicos» en una interesante nota al querido médico casarense Dr. Raúl Sadovsky, que se radicara recientemente en Buenos Aires.

    Este es el texto de la misma:

    Directo y sin vueltas, el médico de familia, como él mismo se define, nos recibe en Buenos Aires, donde vino por unos días desde su Carlos Casares natal. Su vida entre la música y la medicina le da un agradable ritmo a la charla.

     

    -Buscando sondear sobre los orígenes de la vocación, comenzamos con la pregunta obligada ¿cómo llegó a la medicina?

    -Bueno, en mi familia, salvo mi papá, son todos médicos, mis tíos, mis primos… Así que de ahí me habrá llegado. Claro que además me gustaba. Cuando terminé el Colegio Nacional mi papá me preguntó qué iba a hacer y yo le contesté que quería ir a Europa a estudiar música. Y mi papá –que era muy gracioso- me dijo: “¿Vos sabes nadar?,  porque yo no te puedo mandar”. Raúl se ríe con el recuerdo. Y entonces vine acá a la Facultad. Yo iba a ir a estudiar a Rosario, donde dos de mis tíos eran titulares de cátedra de Traumatología y de Fisiología. Y justo hubo una huelga prolongadísima así que ellos me dijeron que me viniera a Buenos Aires. Y bueno, me fui y me recibí en la UBA.

     

    -¿Hubo algo en ese entorno de médicos que le llamaba la atención, que despertó su vocación?

    -Mirá no sé… Medicina no es una carrera fácil y no es corta… pero yo siempre anduve entre médicos. Mi padrino que era médico en Casares, me llevaba a todos lados con él… Cuando vos tenés una familia en la que se dedican todos a lo mismo, para vos es muy natural, casi como una cuestión genética.

    -¿Siempre se dedicó a la misma especialidad?

    -Yo hago Clínica Médica y Cardiología. Tuve la suerte de entrar al Hospital de Clínicas al empezar la Unidad Hospitalaria en la primera cátedra del Profesor Mazzei y ahí te daban una formación impresionante.

    -Después, en el año 80 creo, como dos primos eran jefes de Cardiología del Sanatorio Antártida, empecé a hacer Cardiología. Y así llegué a mi especialidad con Clínica Médica, que es lo que tenés que saber, y después ponerle una especialidad encima. Hoy soy Médico Clínico y Cardiólogo.

     

    -Muchos médicos del interior dicen que ser médico en una localidad más chica es muy diferente a ejercer en una ciudad grande ¿Usted coincide?.

    -Claro –aseguró con cierto orgullo- una cosa es ser médico acá en Buenos Aires, donde vos no tenés una relación tan cercana con el paciente. No se genera una amistad, los tiempos son más acelerados. Allá en el interior, todo el mundo sabe quién sos, dónde estás. Si cambiás el auto, te preguntan que patente tiene para jugar a la quiniela, -nos cuenta sonriendo- o sea que en el interior es distinto.

     

    -Es otra relación médico-paciente, ¿no?

    -Lo que pasa es que la relación con los pacientes es otra. Por ejemplo, uno atiende gente de hace 40 ó 50 años, entonces son pacientes pero son amigos, son vecinos que ves todos los santos días y entonces se hace una relación diferente. A mí me ha pasado muchas veces que venga un paciente y me consulte por el lavarropas que se va a comprar… ¿te das cuenta? Esas cosas se dan pura y exclusivamente cuando hay una relación más allá del médico-paciente. Uno es el médico de la familia y atiende a todos.

     

    -Usted trabajó en la gestión pública, ¿cómo fue la experiencia?

    -Tuve unos cuantos años cargos públicos, pero seguí siempre atendiendo pacientes. Fui Secretario de Bienestar Social –lo que viene a ser Ministro de Salud- en Carlos Casares. Fui Director del Hospital Julio F. Ramos y tuve otro cargo del que me fui porque no lo toleraba… Yo tengo un familiar muy influyente en política y me decía que yo tenía que ser presidente del Concejo Deliberante, y yo en un momento de debilidad acepté. Entonces fui Presidente del Concejo Deliberante.

    ¿Cuánto estuve Marta? Raúl consulta a su mujer que lo acompaña en el viaje y en la vida. No sé, unos seis meses o más –el diálogo se desenvuelve con total naturalidad como si estuvieran solos, sin el fotógrafo y la periodista y nos muestra un poquito más la esencia de este médico tan humano y entregado a su profesión.

     

    -No lo aguanté –sigue contando el doctor- era tal la estupidéz que por ejemplo, si los peronistas decían que para ir a la vereda de enfrente había que cruzar la calle, los radicales decían que había que ir por San Luis y dar la vuelta… Bastaba que uno dijera blanco para que el otro dijera negro… Yo me cansé, así que renuncié, imaginate que yo le decía el Honorable Concejo Delirante… -Raúl nos contagia la risa con el recuerdo y la ocurrencia.

     

    -Así que volví al Hospital, ahí tuve unas cuantas satisfacciones. Un día vinieron los de la Cooperadora a decirme que le querían poner mi nombre a la cañería central de oxígeno. Así que los caños de oxígeno del hospital se llaman: “Oxígeno Central Dr. Raúl Sadovsky”.

    -Y lo más lindo que me pasó fue hace poco, inauguraron unos nuevos consultorios externos de medicina y les pusieron mi nombre… es un homenaje en vida, es mejor, porque sino, después va la viuda a cortar la cinta y llora… -dice mientras vuelve a compartirnos su risa.

     

    -¿Cuánto tiempo estuvo en el hospital?

    Y unos 48 ó 50 años… Después me jubilé como Director del Hospital. Trabajar sigo trabajando, pero ahora me quiero jubilar del todo porque quiero disfrutar de mi familia.

     

    -Hablábamos de que la carrera de Medicina es larga, difícil, dura, pero seguramente le habrá dado más de una satisfacción ¿Verdad?

    -¡Seguro! –Raúl no necesita pensar para contestar, sabe exactamente cuál es el saldo de la carrera de su vida. Lo más gratificante es que uno se va de la profesión, si bien con mucho dolor, con un vagón de amigos, porque los pacientes míos son todos amigos o por lo menos recontra reconocidos, si se me permite el neologismo…

     

    -¿Valora haber hecho amigos?

    Sí, más que amigos, son lazos afectivos que uno tiene con la gente. Porque por ejemplo, viene una señora con la panza así –el doctor hace el típico gesto para ilustrar el tamaño de la panza de una mujer embarazada y casi a término- nace el nene y ahora se te aparece en el consultorio un ñato que mide como dos metros y uno piensa que algo hizo en la vida ¿no?

     

    -De la medicina pasamos a la otra gran pasión del Dr. Sergio Raúl Sadovsky –aunque como él mismo se encarga de aclarar, nadie lo conoce como Sergio- y nos cuenta su derrotero musical, y su futuro con este talento.

     

    -Sabemos que es músico. Seguramente la música es su cable a tierra ¿le hubiera gustado dedicarse profesionalmente a ella?

    -Yo fui amateur de la música, grabábamos y estábamos en el catálogo de una grabadora, no se si eso es ser un profesional de la música… Yo tenía un cuarteto de folklore instrumental que formaba así: percusión, un cartero; bajo eléctrico, un comerciante de artículos rurales (como monturas para caballos, riendas, y esas cosas); un guitarrista que era peluquero de la policía y yo que era médico. ¡Funcionaba bárbaro!. Éramos empleados de la grabadora. Después con un amigo abogado hicimos un cuarteto de cumbia para divertirnos –Raúl se entusiasma y se divierte con el relato de sus aventuras musicales.

     

    -Y mientras tanto seguía ejerciendo la medicina?

    -¡Claro! Mirá yo te cuento algo: un día estaba tocando y a una viejita que yo atendía le agarra dolor en el pecho. Entonces mi secretaria –que hace 45 años que está conmigo- me fue a buscar. La mandé a hacerle un electro, me lo trajo y yo lo tenía estirado arriba del teclado. Lo miro y le digo, ”mandala a internar”, como muchas de sus anécdotas, ésta también termina en risas.

     

    -¿O sea que la música es importante para usted?

    -Vos sabés que dicen que cuando vos te jubilás, tenés que saber antes qué vás a hacer y yo ya lo sé,yo pienso terminar la carrera de música en SADAIC y hacer una cosa que no me preguntes de dónde salió pero que a mi me gusta, que es guión de radio y televisión en el ISER…

     

    -Pero al final no nos contestó si le hubiera gustado dedicarse profesio-nalmente a la música?

    -No, creo que no. Me gusta pero un profesional es aquel que vive de la profesión y yo no hubiera querido hacer eso. Sí me gusta hacer música y mucho, pero no creo que me hubiera gustado vivir de eso. Alguna posibilidad tuve, pero no… ya estaba casado, tenía las nenas, me tenía que ir a vivir a Buenos Aires.

     

    -Nos quedó claro que no fue a estudiar a Europa nadando ¿cómo aprendió?

    -Yo empecé a estudiar música a los 4 años. Todavía no sabía leer, ni escribir. Entonces como la música había que escribirla en un pentagrama, para mi era como un dibujito y más o menos pude aprender…

    Tuve una profesora que me enseñaba con una varita de mimbre y cuando yo hacía macanas, ¡pum! ¡me pegaba con la varita!.

    Cuando me hice más grande, tendría 8 años y ya tocaba por mi cuenta y me venían a buscar las orquestas para que tocara el piano. Mi vieja siempre le recomendaba a los grandes de la orquesta que me cuidaran y yo iba.

     

    A esa altura me echaron todas las profesoras de Casares porque a mi me gustaba tocar música popular… Después estudié acá, en Buenos Aires, y ni decía que tocaba cumbia y también aprendí bastante con mi hija, porque ella hizo toda la carrera de música. Ahora ella me iba a empezar a enseñar física acústica, pero se dio cuenta y me preguntó “para qué lo querés» y yo le digo “y qué se yo para qué lo quiero, por ahí me sirve para arreglar el calefón”, una vez más su anécdota nos hace reír. Ella toca la flauta traversa que aprendió con el Mono Insaurralde, toca saxo y ahora está tocando chelo, nos cuenta sumamente orgulloso.

     

    -A comienzos de este año, la comunidad de Carlos Casares estaba preocupada por el doctor a quien le tocó estar “del otro lado del mostrador” como paciente. Sus avances eran seguidos de cerca por el periódico zonal El Oeste.

     

    -Este año tuvo unos temas de salud ¿Cómo es para un médico ser paciente?

    -Es muy problemático, porque el médico sabe cómo viene el asunto. Si vos no conocés nada, te dicen “quédese tranquilo” y el paciente va. Pero el médico empieza a pensar “y si hago una embolia acá, si hago una trombosis allá, que si se me infecta…” y eso te genera un estado de preocupación y ansiedad, porque empezás a pensar un montón de cosas que pueden pasar porque están descriptas en la casuística y pensás que todas te van a pasar a vos.

     

    -¿Le hace caso a lo que dicen los médicos?

    -Vos sabes que hay una cosa que no se puede enseñar en la medicina que es el sentido común, o tenés o no tenés. Entonces si yo tengo un médico que me dice “mirá, vos para curarte tenés que bajar con una soga del quinto piso hasta acá y subir otra vez…” no le hago caso. Pero, por lo general cuando yo elijo los médicos para mí, son gente que conozco, entonces qué le voy a discutir yo… es como si le quisiera enseñar a patear un penal a Tévez… Los tipos saben y yo tengo acá muy amigos que son muy capaces… entonces lo que me dicen está bien.

     

    -Nos contaba que después de jubilarse piensa ahondar en la música ¿ya tiene todo planeado?

    -Cuando me jubile voy a terminar –si Dios quiere- la carrera de música. No toda porque tendría que nacer cuatro veces para hacerla toda… y eso que te contaba del curso de guión… En Casares hicimos una vez una obra de teatro, todo relacionado con la música y nos salió bárbaro, perfecto, con personajes del pueblo y fue muy lindo. ¡¿Quién te dice que Suar no me lleva para hacer algún programa?!, vuelve a compartirnos su sentido del humor.

    –

    Ahora si Dios quiere, vendemos la casa de allá y compramos un departamento, más grande acá. Así que le dije a Marta: “Comprá los dormitorios que quieras, pero yo necesito una pieza para mí, entonces me traigo toda la artillería y toco con auriculares para no molestar”…

     

    -La entrevista se va diluyendo en la mañana porteña y nos despedimos con el placer de haber compartido una buena charla con este médico, músico y futuro guionista plagada de anécdotas serias algunas, muy divertidas otras.

     

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