EDITORIAL ¿Qué hacer con nuestros viejos?

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Hoy en día el qué hacer con nuestros viejos cuando llegan a una edad muy avanzada en la que no pueden manejarse por sus propios medios, es una verdadera preocupación. Antiguamente los padres cuando llegaban a la vejez pasaban sus últimos años junto a sus hijos, era una costumbre, entendido como una devolución a quienes nos habían criado, mantenido y guiados en nuestros primeros pasos de  nuestra existencia. Ya no es así, hoy en día las familias tienen otro ritmo de vida, trabajan tanto el hombre como la mujer, la organización familiar es otra, y créase o no, no hay lugar para los viejos. Tal es así que los hijos ante ese problema han buscado diferentes soluciones, como por ejemplo procurarles una atención de 24 horas con personal doméstico que se ocupa en cuidar ancianos, ya que son muy pocas, y por lo general muy caras las o los profesionales que hacen ese trabajo. Otros hijos ante dicha problemática recurrieron a los geriátricos, que en el caso de Carlos Casares son varios los que prestan ese servicio, brindando buena atención, adecuada alimentación y condiciones aceptables que incluyen a su vez la presencia periódica de un médico que vigila su salud. Una solución que no siempre es la mejor, ya que el alejar a los ancianos de su familia ocasiona en algunos serios problemas de adaptación que se traducen en episodios de depresión que finalmente dañan su salud. Otros en cambio se adaptan a esa nueva experiencia, confraternizan con otros internados y construyen una vida de relación que les permite soportar el alejamiento de su familia.

Quizás el contenido de esta nota pareciera reflejar que ya no hay lugar en este mundo para los viejos. Nada más falso, hoy en día con una expectativa de vida cercana a los 80 años, muchos de los que componen la tercera edad se muestran activos, sanos, con fuerza y útiles a nuestra sociedad. Los otros, los que por razones de salud o por haber llevado una vida dura, que a diezmado sus fuerzas, esos sí necesitan la atención y contención para poder afrontar con dignidad la última etapa de sus vidas.

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