El presidente de la Cámara de Diputados de la Nación Emilio Monzó, otorgó un aumento extraordinario a los integrantes del cuerpo, a pedido de los presidentes de bloque, con excepción de los de la izquierda.
Un hecho que se inscribe en una contradicción disparatada de quienes representan o dicen representar al pueblo, en momentos en que gran parte de sus conciudadanos están pasando por una situación de aguda estrechez económica fruto de medidas como el brutal aumento de los servicios, el alza indiscriminada de los alimentos, la falta de empleo y la puja de los asalariados porque con el dinero que ganan les es imposible llegar a fin de mes.
Y es así que los señores diputados con la anuencia de quien los preside, pasarán a cobrar un aumento del 100% en sus llamados «gastos de representación», que de $ 10.000 se irá a $ 20.000.-, a lo que se sumará el incremento de los pasajes que devuelven, que de $ 19.300 pasa a $ 40.000.-.
Entendamos que los pasajes le son otorgados a los diputados que viven en las distintas provincias y por lo tanto deben usar medios terrestres o aéreos para llegar a Buenos Aires. Lo que no se entiende es por qué razón les devuelven el dinero de los pasajes que no usan. Lo mismo ocurre con los diputados cercanos a la Capital, a los que les devuelven el dinero de los pasajes que no usan. Otro disparate, ya que no se entiende para que les den pasajes si no los necesitan.
El sueldo o dieta bruta de un diputado pasó de $ 127.616 a $ 137.616.- Con los descuentos, el sueldo de bolsillo de un diputado pasa de $ 88.000 a $ 95.000.- A eso debe sumársele los pasajes que no usan. Si no usan ninguno se llevarán $ 40.000 más al bolsillo.
Los señores diputados que en programas televisivos se quejan de los maestros, sus huelgas y reclamos, o hablan de los jubilados, justifican el alza brutal de los servicios y defienden lo indefendible, cobran más de $100.000 mensuales y no se ponen colorados.
Nadie pretende que un diputado gane sueldos de hambre como muchos de los ciudadanos que representa, pero tampoco la exageración que huele a burla. No estamos en tiempos de vacas gordas, muy por el contrario, cada vez hay más pobres, los comedores están repletos de chicos, cierran pequeñas y medianas empresas, hay recesión, aumenta el desempleo y la economía no termina nunca de arrancar. Si nuestros representantes no dan el ejemplo, ¿qué podemos esperar?.