Las palabras ¡Cuidado! o ¡Peligro!, están asociadas a dos servicios fundamentales en la vida de las personas. La energía eléctrica, que como todos sabemos exige respeto en la manipulación de cables y distintas instalaciones o artefactos, y el gas, de por sí un elemento combustible que por falta de prevención de quienes lo usan, ha causado infinidad de víctimas y serios daños económicos.
Pero jamás se nos ocurrió pensar que dichos servicios que como decimos son fundamentales y brindan calidad de vida a los seres humanos, hayan dejado en este país un tendal víctimas, que aún respetando los consejos que se imparten para prevenir accidentes, terminan con los bolsillos destrozados, el ánimo por el suelo y bajoneados de tal manera que ante la posibilidad de no poder abonar las abultadas facturas que les llegan por el brutal aumento de las tarifas, se vean enfrentados al drama de tener que prescindir de ellos.
La llegada de las facturas del gas al domicilio de los casarenses, sólo puede compararse a una mala noticia. Mala porque las cifras son abusivas, en muchos casos al nivel de un alquiler alto de una vivienda o confiscatoria del 30,40 o 50% del sueldo de quien la recibe. Un disparate que al entendimiento de quien percibe un sueldo mínimo lo define como un robo, sumiéndolo en una situación de violencia que lo pone al límite de la desesperación, y no exageramos, porque quien tiene una familia, un bebé, hijos de cualquier edad y necesita imperiosamente de esos servicios, se enfrenta al dilema de como hará para poder pagar semejantes facturas.
Este comentario no es ideológico, lo haríamos cualquiera fuera el color del que sea capaz de tomar este tipo de medidas sin mesurar el daño que causan. Se habló de gradualidad, ¿cómo hubiera sido si se hubiera hablado de una política de shock?. Pareciera ser, y perdón por la liviandad, «una jodita para Tinelli».
El pueblo no es una cosa, el pueblo está compuesto por personas, vecinos que día a día se levantan a horas tempranas para cumplir con su trabajo, luchar por el bienestar de su familia, de sus hijos y ser parte de una sociedad justa que contemple sus derechos y vele por su bienestar. Quienes confunden el gobernar para el pueblo con populismo, no entienden nada. Es cierto que el populismo, como dicen las definiciones, es la tendencia política de defender los intereses y aspiraciones del pueblo. Alguien que se diga político, puede dudar de esa definición?.
Por favor, revean esas medidas que angustian al pueblo, consideren sus posibilidades, no lo sumen en la angustia y la desesperación. Más que gradual, lo que hagan debe ser armónico, que la llegada de una factura no sea un suplicio, que quien la reciba pueda pagarla porque es justa y acorde a sus ingresos. ¿Será pedir demasiado?.