Lo hallaron colgado de un árbol a 4 mts. de altura en el camino real a Centenario, a 500 mts. de la ruta 5.
El suicidio de un joven suena incomprensible, cuesta creer que un chico sano, lleno de amigos y con un carácter afable y pleno de simpatía, pierda el optimismo, la alegría, las ganas de vivir y decida sin más ni más, terminar con su existencia. Eso es lo que hizo Diego Mansilla, un muchacho de 25 años, oriundo de la localidad de Ordoqui pero actualmente domiciliado en nuestra ciudad, en una vivienda que alquiló hace un mes, en calle Yrigoyen al 500, quién siendo alrededor de las 8 de la mañana (lo vieron cuando se fue) se subió a su moto Yamaha IBR roja, llegó hasta el camino real a La Sarita tras cruzar la ruta 5, y luego de recorrer 500 metros por esa calle de tierra, dejó su moto en el piso y munido de una soga pasó el alambrado y se encaramó a un alto eucaliptus de un monte a la vera de ese camino. Subió por las ramas entre 3,50 y 4 metros y anudando la soga a su cuello se ahorcó. No dejó carta alguna, sólo hallaron en su bolsillo un papel con su nombre y algunos números, nada más. Fue visto de casualidad por cortador de leña de apellido Calvis que cortaba leña por el lugar. Tal vez la campera de color azul un tanto brillosa le llamó la atención. Mansilla tenía un camión con el cual hacía viajes cortos, y aparentemente le iba bien.
¿PROBLEMAS
SENTIMENTALES?
Dado que no dejó carta o nota alguna con una explicación a tamaña decisión, todo entra en el plano de las suposiciones. Trascendió que tenía problemas sentimentales, que estaba muy abatido y que le habría comentado en varias oportunidades a su pareja, con la que tenía una nena de alrededor de 3 años, que iba a matarse. Es lo que se dice, no tenemos confirmación alguna de que así haya sido. El informe policial es escueto, sólo que terminó con su vida, como fue encontrado, como se caratula la causa y pare de contar.
Lo raro es que en la casa que alquila quedó una joven que no podía salir porque al irse Mansilla había cerrado el garaje. La chica llamó a familiares o amigos para que vayan a abrirle.
Queda un vacío infinito en quién no alcanza a comprender que puede haberlo llevado a cometer tamaña locura. ¡ A esa edad!. Sus hermanos y demás familiares estaban desolados, su muerte es incomprensible. Queda el recuerdo de los momentos alegres, de su sonrisa fácil, de su carácter afable y de todas las virtudes que lo hacían un buen chico. Una pena, una verdadera pena.