Pese al intenso operativo policial y a la colaboración de distintas comisarías y departamentos, el ladrón que a fuerza de pistola desvalijó la caja del Rapi Pago de Guille Pendás llevándose 200 mil pesos se esfumó, desapareció, como si se lo hubiera tragado la tierra.
Sólo apareció a seis cuadras de allí la billetera de la señora de Pendás con toda la documentación.
Lo sucedido debe abrir el ojo de todos aquellos que manejan dinero, ya no se puede imaginar un local en el que entran decenas de miles de pesos diarios y hasta centenas, sin cámaras de seguridad, alarmas y hasta una conexión directa con la comisaría.
Pendás, por asó decirlo, estaba «de pechito» para cualquier ladrón, hasta que apareció uno, eligió la hora de menos movimiento, calculó que la caja estaba repleta de dinero por el cierre de los bancos y la falta de cámaras y alarmas. Se llevó un botín gordo, y aunque no sea él es probable que otro se cebe viendo lo que ocurrió, o mejor dicho que no ocurrió nada y elijan otra presa para sacarle hasta el último centavo.
Algo que también es impensable y que debe hacer reflexionar a las autoridades policiales es que la Comisaría de la Mujer no tenga una cámara de seguridad. Estamos en tiempos violentos, aquel Casares de las puertas abiertas ya fue. Si bien la mayoría de los atentados contra la propiedad sin autoría de los locales, por lo general los mismos sujetos, a cada tanto aparece algún malviviente foráneo que tentado por tanta confianza se lleva el premio mayor, y después ¡andá a cantarle a Gardel».
Otra: las barbaridades que la gente pone en Facebook. En lugar de ayudar embarran, sospechan, hacen acusaciones locas y suposiciones malditas. ¿Qué les pasa?, le roban a un vecino y en lugar de solidarizarse sacan lo peor que tienen adentro ensuciándolo todo. Pobres tipos y tipas, cuando a ellos les toque se van a dar cuenta de lo equivocados que estaban.