No por el hecho de haberlo vivido y padecido, el grave problema que causan las inundaciones en el ceno de la familia chacarera, debe limitarse a esperar soluciones mágicas o convertirse cada uno en un experto en hidráulica y ensayar procedimientos en beneficio propio. El tema que no sólo aflige sino que produce pérdidas millonarias, debe ser tratado en forma conjunta, sumando experiencias, voluntades, realizando gestiones ante entes municipales y provinciales y nacionales, para que la suma de todos produzca el efecto requerido.
El tema de los caminos, que es una responsabilidad de la comuna, la excede cuando la intransitabilidad de los mismos hace imposible su tratamiento con las máquinas con la que cuenta. Hacen falta allí otros elementos y otras soluciones por cierto muy costosas, que deben involucrar a la provincia y de ser necesario a la nación. Casares produce mucho más de lo que recibe, es más, podríamos decir que comparando la riqueza que aporta nuestro partido, los niveles de coparticipación son miserables. Es por lo tanto razonable que ante emergencias como la actual los entes provinciales y nacionales realicen todo lo necesario para aportar soluciones, garantizar la comunicación y transitabilidad de los caminos, y ejercer una férrea lucha contra el avance de las aguas, con obras concretas y no paliativos que son pan para hoy y hambre para mañana. Han pasado ya muchos gobiernos y las fotos son las mismas, lo poco que se ha hecho ya no cumple las mismas funciones, por citar un ejemplo el Canal Mercante que fue una gran obra jamás se dragó, nunca repararon sus desbordes, su abandono le quitó efectividad, y hoy quieren modificar su trazado en una obra faraónica que correrá la misma suerte si no se la atiende como debe ser atendida. Lamentablemente también se usa la política en temas tan sensibles como éste, pero repetimos: no esperen que los funcionarios provinciales o nacionales se mojen los zapatos, ellos declaman, prometen y luego le cargan el fardo a los otros. Hay que unirse y obligarlos a que traten el problema con la gravedad que se merece. Los vecinos dicen NOS ABANDONAN, y no se equivocan. Hay que vivir en las localidades del campo para darse cuenta del grado de carencias que deben afrontar, las consecuencias que trae el aislamiento, la impotencia que experimentan cuando se sienten abandonados a la buena de Dios.