La desigualdad en este país tiene aristas vergonzosas, y una de ellas es el régimen de jubilaciones, que el presidente Mauricio Macri en su discurso del lunes ppdo. ha prometido reformar poniendo el centro en las jubilaciones de privilegio, muchas de las cuales llegan a cifras tan obscenas que ofenden a la razón. Por citar ejemplos, un número importante de ex-magistrados miembros de la Corte Suprema de la Nación, perciben jubilaciones 50 veces más abultadas que la que gana un jubilado que percibe la mínima, o un municipal por citar a un ex-empleado de la administración pública a la que pertenecen los integrantes del Poder Judicial de la Nación. Esta modificación propuesta por el Presidente de la Nación merecerá sin duda la aprobación y el aplauso de la ciudadanía y en especial de tantos jubilados a los que sus beneficios jubilatorios no les alcanzan para cubrir sus necesidades mínimas. Otra parte de la reforma, la que afecta a esta última categoría de jubilados no ha merecido la misma aprobación, ya que a la vista de los especialistas se verán perjudicados en lo que hace a la actualización de sus haberes.
Pero retornando a los grandes privilegiados de este país, a los que no les importa si sube el gas, la luz o el agua, y cobran cifras mensuales escalofriantes con las que un trabajador y su familia podría vivir holgadamente un año, y ahorrar algunos pesos.
Comparaban en un programa televisivo que se ocupaba del tema, que uno de esos jueces jubilados podría comprarse todos los meses un auto de media gama, o viajar por Europa un mes dándose la gran vida en hoteles cinco estrellas y usando limusinas y comiendo caviar.
Y seguramente quien lea estas líneas a visto en sus viajes a Buenos Aires y también por aquí cerquita, a muchos viejitos revolviendo tarros de basura o alimentándose con sobras que otros desechan.