La Expo TUNING realizada como parte de los festejos del 111º aniversario de Carlos Casares concertó la atracción y admiración de miles de vecinos que quedaron fascinados con el magnífico trabajo realizado en sus vehículos por los participantes de la misma. Se trataba de autos de calle impecables con detalles de pintura y distintas modificaciones en sus carrocerías e interiores, dotados en su mayoría de luces extravagantes y todo tipo de adminículos que mostraban un enorme trabajo y fundamentalmente el amor y dedicación de sus propietarios por esas piezas de colección. Lo que resultó intolerable, agresivo y en algunas circunstancias de mal gusto fue el estruendoso ruido que pretendía ser música, que propalaban los impresionantes equipos de sonido de esos autos. Tanta era la potencia que le imprimían a dichos equipos que la música y los excelentes temas musicales, se convertían en un ruido que terminaba siendo desagradable e insoportable a los oídos. Para colmo los autos con esos equipos estaban a poca distancia unos de otros, mezclándose las distintas canciones, a tal punto de que uno no sabía que es lo que estaba escuchando. Dichos vehículos con sus tapas de baúl abiertas en las que se mostraban los enormes y coloridos parlantes, estaban dispuestos alrededor de la plaza y en la Avda. San Martín. Detrás de los mismos había domicilios, gente que a lo mejor intentaba descansar o pasar un domingo leyendo o viendo un programa televisivo, lo que resultaba literalmente imposible.
No es fácil encontrarle una explicación razonable a esa agresión musical (¿musical?), cuando si en lugar de aturdir imprimiendo el máximo de potencia a sus equipos, bajarían el volumen a un nivel tolerable, encontrarían la aprobación y no el rechazo de los vecinos como ha ocurrido en muchísimos casos.
Está visto que han trabajado mucho y bien, que lo que han hecho lo han querido mostrar, pero no hacía falta de esa manera. Agredir desde la música no tiene sentido, el placer de escuchar un tema, sea moderno, clásico, instrumental o interpretado no lo da el volumen, sino la interpretación.
Es duro tener que criticar cuando hay tanto esfuerzo de por medio, pero deslucir ese esfuerzo con una actitud desmesurada, no es acertado, y en lo posible debe ser corregido.