Una costumbre que data de 1734 que se denomina nepotismo, por nepote que en latín significa sobrino, y la generaron los Papas que nombraban a sus sobrinos en cargos jerárquicos.
Cual si fuera una novedad o acaso un ataque de ética, el gobierno nacional y ahora también el provincial y el de la ciudad de Buenos Aires, han decidido que dejen sus puestos en las distintas dependencias nacionales, provincial y de la ciudad de Buenos Aires, los parientes que han sido nombrados por los altos funcionarios. Llámense esposas, hermanos, cuñados, padres, etc. beneficiándolos con suculentos sueldos a los que ahora deberán resignar. Tal el caso del ministro de Trabajo Triaca, cuya mujer y sus dos hermanas ocupaban altos cargos jerárquicos. Sayo que también le cabe al jefe de Gabinete Peña que empleó a su hermano, y al Ministro Frigerio que sumó a su esposa y a su padre a los gastos del erario nacional.
Nada nuevo bajo el sol. Ya hace casi 300 años a esa práctica se la llamó nepotismo, porque los Papas de entonces nombraban a sus sobrinos (nepote en latín) en altos cargos jerárquicos. A partir de allí se convirtió en una práctica usual, que ahora el gobierno nacional está dispuesto a terminar, y bien que lo hace, para disgusto de todos los parientes «becados» de ministros, secretarios de estado, etc.
Siempre yéndonos al tema local, los intendentes a lo largo de los 100 años de historia casarense, no han sido demasiado afectos a rodearse de parientes en su entorno, salvo algunas excepciones en que han circulado por los pasillos del Palacio Municipal esposas, hermanos, cuñados y algún primito, pero nunca en grado de exageración. Y esperemos que sigan así, aunque algunos puedan considerarlo una estigmatización, pero bueno, deberán aceptar que éticamente no está bien visto, aunque la persona que se pretenda designar tenga capacidad y pergaminos suficientes para ocupar un cargo relevante.
Todo indicaría que el afaire del ministro Triaca al conocerse que tenía una empleada en forma ilegal y que además la designó en un cargo en un sindicato intervenido por él, fue el detonante de esta ducha de agua bendita que el gobierno de Macri, Vidal y Larreta le darán a sus planteles de funcionarios, prohibiendo que nombren a su parentela.
Es de esperar que esto se haga una costumbre, y que en cada ministerio o repartición se ponga un cartelito que diga «parientes abstenerse».