Perdone Sr. Director que no firme con mi nombre, porque no quiero tener problemas, pero si le sirve le voy a dar mi opinión en lo referido a la decisión del hospital de no proporcionar al periodismo la lista de los enfermos internados.
Le cuento mi experiencia. Meses atrás estuve internado, luego me derivaron a terapia intensiva, y por una dolencia que todavía me está jorobando, casi paso al otro mundo.
Y aquí va la razón de mi apoyo a la medida hospitalaria dispuesta: Cuando los lectores de El Oeste se enteraron que yo estaba internado en terapia, a mi pobre señora la ametrallaron los cobradores, yo no debía mucho, pero con el tema de mi enfermedad tenía algunas deudas atrasadas y de miedo a no cobrar si yo me moría, se apresuraron con insistencia, cuando en realidad debieron haber contemplado mi situación y esperar que me componga. Por suerte zafé, pude reponerme y lo primero que hice cuando estuve en condiciones fue visitar a cada uno de mis acreedores y decirles que les iba a pagar, que me dieran tiempo, que Dios quiso que continuara vivo.
No quiera imaginarse la angustia de mi mujer al comprobar que querían cobrar porque estando yo en terapia y con perspectivas de «espichar», después no les iba a pagar ni magoya.
Si no hubiera salido la noticia de mi internación, otra hubiera sido la historia.
También debo confesarle que por mi edad, 71 años, y sabiendo que estoy más cerca del arpa que de la guitarra, leo en su diario todas las noticias de internados, que sin duda las voy a extrañar.
Un lector de toda la vida.
- de la R. Por principio debemos decirle que nos alegramos que haya superado al menos en parte sus problemas de salud. Hubiéramos lamentado su partida porque si como dice es un lector de toda la vida, perderlo nos hubiera causado pena y un perjuicio económico, por lo que le deseamos una vida larga plena. Gracias por escribirnos.