Hace 41 años, un joven casarense también fue asesinado cuando no paró en un presunto control militar
Cristofer Rego, un joven de 26 años que apenas unos días antes había sido padre, fue asesinado brutalmente de dos disparos en la madrugada del domingo 12 del cte. por eludir un control
de la Prefectura Naval a la altura de Villa Zabaleta en la zona de Barracas y Nueva Pompeya (Capital). El prefecto que lo fusiló fue identificado como Pablo Brietez, se confesó autor del hecho, y dijo que su intención no fue matarlo ya que le disparó con fines intimidatorios. La familia dice que lo asesinó, un típico caso de gatillo fácil. Brietez está acusado de Homicidio Agravado, encubrimiento y abandono de persona. Hay otros siete prefectos detenidos por encubrimiento y abandono de persona seguido de muerte. Son los que participaban del operativo.
AL RECIBIR EL DISPARO PERDIÓ EL CONTROL Y CHOCÓ
El hecho fue descubierto cuando la policía de la zona acudió a un accidente (chocaron una camioneta Peugeot Partner y una Fiat Ducato) comprobando los uniformados que al conductor de la Partner le habían pegado dos balazos y agonizaba. Primero se pensó en un intento de robo, pero luego las cámaras de seguridad del lugar rebelaron que el conductor herido había sido baleado por un prefecto del control de Prefectura.
Todo indica que Rego no tenía los papeles en orden (había adquirido la camioneta recientemente) y cometió el desatino de no obedecer la orden de detención impartida desde el control,
motivando la bárbara reacción del prefecto que le disparó varios balazos dándole muerte.
HACE 41 AÑOS UN CONOCIDO JOVEN DE NUESTRO MEDIO ERA ASESINADO DE SIMILAR MANERA
El suceso ocurrido recientemente tiene mucha similitud, salvando las distancias, con la injusta muerte del joven casarense «Cachín» Iturriza, de 22 años, hijo de una conocida familia de nuestro medio, quien regresaba en su auto junto a su novia, de 18 años, (por razones personales nos pidió re
serva de su nombre), y sus amigos «Pomelo» Olano y Martín Goya ambos de alrededor de 20 años. Eran épocas de plomo, en 1977, en plena dictadura militar, siendo las rutas vigiladas por patrullas militares que realizaban continuos operativos en búsqueda de elementos guerrilleros y tiraban por tirar, mataban por matar.
NO SE DETIENEN Y LES DISPARAN
Los jóvenes circulaban a la altura de Gral. Rodríguez, conducía «Cachín», era de noche, vieron uno o dos soldados pero de ninguna manera haciendo un retén de tránsito, siguieron, cuando de pronto -nos relata la entonces novia de «Cachín» que viajaba a su lado, escuchó unas explosiones y pensó que habían reventado las cubiertas. Vio que su novio perdió el control del auto, se fue hacia la ban
quina, rompió los alambrados y entró al campo, alcanzando a detenerlo su novia, que en ningún momento se dio cuenta que «Cachín» estaba muerto. Luego supo que le habían pegado alrededor de 4 balazos en la cabeza y otras partes del cuerpo «le tiraron directamente a él, algún militar agazapado en las sombras», nos diría su compañera. Recuerda que de inmediato aparecieron soldados, que los llevaron a un convento, los aislaron e interrogaron. Ella pedía que la dejen hablar por teléfono a Casares para avisarle a sus padres pero no accedieron. Seguidamente le hicieron firmar que había un operativo y que no obedecieron la orden. Luego se enteró que su novio había fallecido. Se quiebra en su relato, le duele recordar aquello y prefiere no seguir hablando, cosa que respetamos.
El suceso conmovió entonces a nuestra comunidad. Los Iturriza, conocida familia de productores de nuestro medio tenían devoción por su único hijo que era la luz de sus ojos, y el hecho los destrozó, nunca pudieron sobreponerse a la tragedia.
El reciente hecho guarda ciertas similitudes con lo acontecido hace 41 años a estos jóvenes casarenses que vivieron una historia conmocionante y trágica en las épocas nefastas de la dictadura militar, cuando la vida no valía nada. Es inexplicable que en plena democracia ocurran estas tragedias, y que no se le de la verdadera dimensión de lo ocurrido.