Dicen muchos politicólogos que una de las artes de la política es la negociación, y tal vez no se equivoquen cuando lo que se negocia es en la búsqueda de un beneficio para los ciudadanos. El cambiar figuritas como popularmente se dice es usado con frecuencia, vos me aprobás esto, yo te apruebo aquello, te doy mi voto y vos me acompañás en esto, en lo que termina siendo un trueque de favores, que cuando se hace con fines positivos, es aceptable.
Vaya este introito para referirnos a un proyecto ya tratado a nivel de comisiones del Departamento Legislativo, que tiene que ver con la modificación a una ordenanza que limita la altura de los edificios de propiedad horizontal. Dicha modificación enviada por el Departamento Ejecutivo permitiría la construcción de algunos proyectos que sin esa modificación no podrían concretarse por ser antieconómicos. La ordenanza fija como única condición que sea aprobada en forma unánime, razón por la cual es vital que el bloque de la oposición, Cambiemos, también la vote,
Si bien en un primer momento se frenó la entrada de dicha ordenanza porque el bloque de Cambiemos había manifestado que no la votaría, luego dicho bloque hizo saber en una solicitada que apoya toda idea, proyecto o emprendimiento que implique PROGRESO Y BIENESTAR, por lo cual votarían afirmativamente la reforma mencionada, siempre y cuando posean la factibilidad previa y además se consideren las sugerencias que se detallaron a continuación. Dichas sugerencias tienen que ver con PROMOVER EL TRABAJO (obligación de contratar mano de obra local), CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE (implementación de mecanismos o sistemas relacionados a energías renovables) y MAYOR TRANSPARENCIA, sugerencia ésta relacionada a la ética pública con relación al desempeño de los funcionarios.
Tal «sugerencia» del partido de la oposición no es más que una negociación explicita. Cambiemos aprobará la modificación a la ordenanza si el oficialismo aprueba los proyectos mencionados.
Si el oficialismo no cree viable esas tres «sugerencias», la ordenanza modificatoria no sería aprobada por unanimidad, por lo que las empresas que virtualmente tuvieran la intención de realizar obras de propiedad horizontal, deberían resignar las mismas y tales edificios no se levantarían.
Guste o no, como lo comentamos al comienzo de la presente, la negociación es moneda de cambio en la política, y del acuerdo de partes depende muchas veces que algunos proyectos, aunque conlleven por sobre el fin mercantil que las impulse, ideas progresistas pueden quedar en la nada si las posturas se endurecen y las negociaciones se estancan.