JUAN DOMINGO ONDANO
Difícil, muy difícil redactar en pocas frases la desaparición de alguien que regó con hermosas palabras el huerto de su existencia. Escribiendo para sí mismo, para los demás, desgranando inolvidables versos, contando con singular maestría hechos y vivencias, dándole a la muerte en sus notas cronológicas, pinceladas de emotiva y poética emoción, que convocaban a las lágrimas y al recuerdo, cual odas que encerraban una reflexión invitante a la resignación, pero jamás al olvido.
El fallecimiento de Juan Domingo Ondano acaecido el miércoles ppdo. en la ciudad de Junín, donde se encontraba internado luego de una delicada intervención quirúrgica, mueve las fibras más hondas de quien escribe y de todos los que componemos la familia de El Oeste.
Con Juan, «Juancho» como le decíamos, se nos va un amigo, un compañero, un hacedor de historias y maestro de una de sus pasiones, el periodismo, que supo ejercer con solvencia, valentía y honestidad.
Pero esencialmente Juan era un poeta, su pluma expresaba emociones y sentimientos, su romanticismo le ponía un toque de belleza a sus sensaciones, la estética de su poesía como también la de su prosa, resaltaban su intelectualidad. Decenas de galardones obtenidos fueron una palmaria confirmación que premió su talento.
En sus tantas facetas, Juancho fue funcionario municipal de un área que lo apasionaba, la política, de la que fue un militante activo, abrazando las banderas del Justicialismo prácticamente desde que pasó a tener la madurez cívica que lo autorizaba a votar. Fue concejal y sus virtudes oratorias resaltaron en todas y cada una de las sesiones del Concejo Deliberante. Luego le tocaría ocupar el estrado de ese honorable cuerpo en calidad de Secretario Legislativo, cargo que ejerció con entusiasmo, sapiencia y responsabilidad. Tanto era el ardor de su pasión por la política, que luego de dejar su cargo en el HCD, continuó desde el periodismo relatando minuciosamente y con frecuencia ejerciendo la crítica constructiva, las sesiones de dicho cuerpo. Juancho incluso era hombre de consulta, conocía al dedillo el reglamento, y más de una vez mostró desde sus crónicas cuando se producían errores de procedimiento.
Murió el poeta, el amigo, el compañero, también el esposo, padre afectuoso y abuelo chocho. En el libro de su vida no quedan páginas para completar, hizo de la honestidad un apostolado, jamás lo venció la codicia, menos aún el resentimiento, su arma fue la pluma, lo que dejó escrito fue tanto, que si hubiera manera de recopilarlo todo, no habría mejor herencia.
A su esposa Ana, a sus hijos Facundo y María Soledad, a su hermano Coco y a todos aquellos a los que Juancho les regaló un pedazo de su corazón, los acompañamos en su inmenso dolor.
En El Oeste dejó una impronta imborrable. Lo vamos a extrañar, nuestros lectores también. Será irreemplazable.
El cortejo fúnebre se detuvo frente al palacio municipal donde lo aguardaban el intendente Torchio, las autoridades del Honorable Concejo Deliberante, concejales y funcionarios. Se le tributó allí un minuto de silencio a su memoria, siendo aplaudido como parte del homenaje, continuando su recorrido hasta nuestro templo parroquial donde tuvo lugar la ceremonia religiosa, para luego ser trasladado al cementerio municipal donde fueron acompañados por un numeroso cortejo para recibir cristiana sepultura. Previamente el ex-intendente Rodolfo Caprioli pronunció sentidas palabras, resaltando la personalidad y las cualidades de J.O, de quien dijo se encontrará en el más allá con viejos y queridos «compañeros» peronistas. Finalizó su alocución en un mensaje a sus hijos, al dejar en claro que no dejará una herencia económica pero si un ejemplo de su honestidad moral y material, que fueron sus mejores pergaminos.
