No es sensato subestimar las lágrimas del presidente Macri
El esplendor de la gala en el Teatro Colón en homenaje a las delegaciones del G20 que se hicieron presentes en nuestro país, su magnificencia y esencialmente la demostración de argentinidad al mundo que fue el eje del espectáculo, emocionaron hasta las lágrimas al presidente Mauricio Macri. Otros dicen que fue el desahogo a tanta angustia contenida respecto al éxito o fracaso de del acontecimiento.
No fueron lágrimas de cocodrilo como se dice habitualmente para descalificar la emoción. Precisamente su emoción y sus lágrimas fueron auténticas y sinceras, él en ese momento representaba para todas las potencias del mundo al gobierno argentino, y dejó que su emoción le ganara al protocolo. Encontrar en ello un «actin» de marketing político no tiene sentido.
Después, en el ámbito de la política podemos pensar de otra manera, que su gobierno es errático, que no colmó las expectativas de quienes lo eligieron, que la economía va de mal en peor y que los pronósticos no son buenos. Podemos pensar incluso que los resultados del G20 son relativos, o que por el contrario le abren a la Argentina infinitas posibilidades. Nadie puede saberlo, hoy la política internacional es intrincada e imprevisible, el mundo mismo no está nada bien. Mientras aquí había manifestaciones pacíficas de los movimientos sociales opositores al gobierno, en Francia, un país del primer mundo se realizaban manifestaciones violentas por la suba de los combustibles, con graves daños, centenas de heridos y de manifestantes presos. En todo el mundo la desigualdad está presente, solo el 1% de los habitantes del orbe tiene más que el 99% restante. La desigualdad es atroz.
Pero volviendo a las lágrimas y a la emoción de Mauricio Macri en el cierre de un maravilloso espectáculo en el mejor Coliseo del mundo, mostrando a los representantes de las más importantes naciones de la tierra nuestra música, nuestro arte, nuestras tradiciones, conmueve y le hace brotar las lágrimas al más pintado.
No es sensato, por lo tanto, subestimar las lágrimas del presidente Macri. Pensar lo contrario sería desumanizarlo demasiado.