«Yo ando en moto y me siento un estúpido»
Una nota que recientemente llegara a nuestra redacción creímos oportuno reproducirla en parte en esta sección, por entender que la opinión y visión de los vecinos es siempre importante. Dice así: «…como les decía, me siento un estúpido, circulo a poca velocidad, uso casco, cada vez que llego a un semáforo si está con luz roja paro, estaciono la moto en los lugares determinados por la comuna y además tengo patente y créanlo o no, tengo también seguro. Pero la mayoría infringe todas las leyes de tránsito, no usa casco, pasa en los semáforos con luz roja, estaciona donde se le canta, y si lo quieren parar la Guardia Urbana o la policía se escapa. Otros se pasan de mambo y hacen willys, picadas o llevan a la señora y a tres hijos, todos sin casco. ¿Soy o no soy un estúpido?…»
La carta sigue, pero rescatemos esos párrafos primero para decirle que no es ningún estúpido, sino un motociclista que respeta reglas de tránsito, ordenanzas y se maneja con sentido común y protegiéndose. Cosa que no hacen la mayoría de los motociclistas.
Días pasados en nuestra edición del miércoles publicamos las noticias de 5 accidentes con motos, y nos «comimos» otros tres porque ocurrieron tarde y no teníamos el material para su publicación. Todos los motociclistas fueron llevados al hospital, algunos medianamente ilesos, otros con lesiones, por suerte en esa oportunidad sin consecuencias graves. En otras suelen ser derivados con daños físicos gravísimos, quedando con problemas motrices y algunos cerebrales, otros mueren.
Los casarenses pagamos todos los gastos hospitalarios en su mayoría, incluso cirugías complejas, traslados y demás, ya que el hospital es gratuito Como ese motociclista que nos escribe, también nos sentimos unos estúpidos.
No es cierto que no se puede, que le ganan a la policía y a la comuna. No hay que perseguir a nadie, simplemente usar los adelantos de la tecnología, «perseguirlos» con las cámaras, detectarlos, secuestrarles sus rodados y cobrarles suculentas multas. Por nosotros, los estúpidos, y por ellos, que arriesgan su vida y la del resto de los transeúntes. También arriesgan las de sus hijos, y eso es imperdonable.
Ese «estúpido» que nos escribe debe sentirse satisfecho por ser como es, un ciudadano que respeta al prójimo y cumple con las normativas de tránsito. Imítenlo y ganaremos todos. Vivamos en un mundo mejor.