Un grupo de escolares visitó nuestra redacción. Querían conocer la historia de El Lobizón
46 años después de un acontecimiento que conmovió a nuestra comunidad, la historia de El Lobizón, créase o no sigue siendo motivo de curiosidad, y no precisamente de gente mayor que puede haber vivido en aquel tiempo (a principios de los ´70), sino de chicos de 4to, 5to., y 6to. grado de la escuela primaria, que están estudiando sobre los mitos y leyendas urbanas. En este caso de la Esc. Nº 17 del barrio Carlos Arroyo, una de cuyas maestras se comunicó con nuestra redacción para conseguir material de aquella época o que escucharan de parte
de un escriba de esta redacción como fue el tema de El Lobizón en Carlos Casares.
MUY DOCUMENTADOS
El encuentro fue el miércoles en horas de la tarde en nuestra redacción. Un grupo de una decena de niños llegó acompañado de sus maestras Silvia Irurtia, Daniela Poveda y Loana Damil y al ser recibidos y conocida su curiosidad, lo primero que se les explicó fue que el «famoso «Lobizón» no existió, fue tan sólo fruto de una psicosis colectiva como consecuencias sí de un acontecimiento cierto. Nadie lo vio, nadie lo tocó, nadie «peleó» con él. Muchos creyeron haberlo hecho, relataron historias fantásticas, pero fue toda ficción, como todas las leyendas y mitos urbanos, llámense «la viuda», «la llorona», «el hombre lobo», «la luz mala», fantasmas y seres extraños que causan terror. Todo fruto de la fantasía popular, sea de Argentina, Latinoamérica o el resto del mundo.
El cronista les explicó «como nació El lobizón». Los niños escuchaban atentamente y algunos deslizaban versiones que han escuchado de sus padres. Les contaron que era un fotógrafo de nuestro diario que se disfrazaba y aterrorizaba a la población, que fue un invento para vender más ejemplares y otras historias por el estilo.
A ellos había que contarles la verdad, desmistificando la historia y por sobre todo dejando bien sentado que el lobizón nunca existió, que en realidad la leyenda es de origen paraguayo y que el lobizón, según la leyenda, era el séptimo hijo varón de un matrimonio de aborígenes
guaraníes, Tau y Kerano, que se transformaba en perro lobo y por las noches salía causando terror. Ello motivó que el presidente de Paraguay para evitar la ola de miedo que causaba y el hecho de que muchos estuvieran dispuestos a matar al séptimo hijo varón de cada matrimonio para que no se convierta en lobizón, promulgó una ley o decreto por el cual para que ello no sucediera, apadrinaría al séptimo hijo varón que naciera, evitando de esa manera que se convirtiera en Lobizón. En los años ´40 el presidente argentino Juan Domingo Perón, dado que la leyenda se había extendido a nuestro país, redactó un decreto similar y desde entonces el séptimo hijo varón de cada matrimonio es apadrinado por el Presidente de la Nación.
LA EXPLICACIÓN
Le explicó nuestro redactor que la historia de El Lobizón nació en Casares fruto de una casualidad. Que habiendo aparecido en el barrio Martín Fierro un automóvil abandonado completamente ensangrentado en su interior, un fotógrafo y un cronista llegaron al lugar e interrogaron a algunos vecinos, hasta que una mujer de una vivienda a metros de dicho auto, dijo que la noche anterior escuchó un ruido y vió que un hombre gigante como de tres metros y peludo estaba en el auto y se dio a la fuga. En la nota que hiciéramos al citar lo dicho por la mujer quien hizo la crónica imaginó a ese personaje como un lobizón. A partir de allí todos creían haberlo visto, unos pelearon con él, otros lo vieron echando fuego por sus fauces, una mujer disparando a campo traviesa, y algunos siendo atacados por el «bicho». La policía llegó a buscarlo por la Laguna del Parque, jóvenes y adultos salían con palos a cazarlo, todo fantasía e imaginación, nadie lo vió, ni lo tocó, nada. Pasado un tiempo la historia se diluyó y quedó en el anecdotario popular. Los chicos nos contaban lo que seguramente sus padres habían oído o vivido en esa época, estaban fascinados con la historia pero dejamos en claro que fue un mito, una leyenda, que no existen lobizones, ni viudas ni chupacabras. Hicieron preguntas, sin miedo, con curiosidad.
Se fueron y nos quedó una duda: ¿Hoy en día se podría repetir aquella historia?. No, seguramente que no, hoy nadie cree en lobizones, ni viudas, ni lloronas, tampoco chupacabras ni fantasmas, la realidad lo ha superado todo, hay peligros urbanos que causan más pánico, y lo peor, son lobos con apariencia humana…