Es de esperar que el actual malestar en el campo no tenga las derivaciones del conflicto de 2008
Las medidas anunciadas por el presidente Fernández con respecto a las retenciones a la producción agropecuaria han producido un creciente malestar en el campo, que se traduce en distintas reuniones de la Mesa de Enlace e insinuaciones de medidas de fuerza en rechazo de los mencionados anuncios. Esto nos hace acordar aquel conflicto de 2008 que duró poco más de cuatro meses y mostró al campo en una marcada rebelión que incluyó todo tipo de actos, paro agropecuario, lock out, cortes de rutas con implicancias un tanto violentas, participando en cada corte centenas de productores, a los que luego se sumaron empresarios transportistas y la adhesión de vastos sectores de la comunidad. Renunció el Ministro de Economía Martín Lousteau, autor de la 125/2008 generadora del conflicto. Finalmente la presidenta Cristina decidió enviar el proyecto al parlamento, votándose positivamente en la Cámara de Diputados, pero con el voto «no positivo» del vicepresidente en el Senado, Julio Cobos, el proyecto no fue aprobado.
Carlos Casares no fue ajeno a toda esa movilización, cortando la ruta centenas de productores, dirigentes agrarios y vecinos que adherían a la medida sin tener nada que ver con el campo. Algunos lo hacían en forma pasiva pero otros no tanto, generándose algunas situaciones violentas, al igual que fuertes discusiones con aquellos que pensaban distinto y agresiones verbales y amenazas a concejales del oficialismo gobernante, en las sesiones del HCD.
Por todo lo expuesto es de esperar que no se llegue a medidas de fuerza extremas que terminan dividiendo a la comunidad. Que prive el diálogo, la tolerancia y la solidaridad, principalmente de los que más tienen y han ganado, en momentos en que los argentinos necesitamos más que nunca estar unidos ante la adversidad.