El conocido profesor fue encontrado muerto en su cama
Según las primeras versiones, el día jueves la empleada que realizaba la limpieza del departamento donde residía el profe, lo encontró acostado, boca abajo y sin vida. Las posteriores conclusiones médicas fueron de que se trató de un infarto.
Pingüino vivía solo, en el edificio que se construyó donde otrora fue la casa de sus padres, frente al Club San Martín, sobre la Avenida homónima.
En su juventud fue jugador de fútbol de primera en equipos de la Liga, como San Martín y Huracán, donde salió campeón a principios de la década del 70; siendo también integrante de la Selección Casarense de fútbol.
Pero fue mucho más reconocido por su trayectoria como profesor de Educación Física en las escuelas públicas de Carlos Casares. El Pingüino, como todos lo conocían, fue preparador físico de muchos equipos de fútbol de nuestro medio y también se destacó como entrenador de básquet femenino, logrando importantes éxitos deportivos en la zona. Y también instruía en otras disciplinas de actividad física.
Lo que había hecho de oficio como idóneo lo cristalizó de grande, obteniendo su título de Profesor de Educación Física en Pehuajó.
Padre de Ciro y Julieta era muy común encontrarlo con su ropa deportiva en la confitería Puppies; y por las noches de los viernes o los sábados, ponerse “de punta en blanco” para salir modernamente empilchado, luciendo sus sacos de pana, para darse una vueltita por alguna confitería nocturna de Casares o de Pehuajó, donde solía ir.
En los últimos años participaba de clases de tango y lo hacía con gran entusiasmo, pues esta actividad era un evidente cable a tierra para su vida.
Su condición física era envidiable, de acuerdo a la edad que tenía. Se había recuperado de algunas operaciones y siempre trataba de caminar mucho y disfrutar del sol.
Pero, lamentablemente, todos estamos atravesando una coyuntura muy difícil, producto de la pandemia, más aún los mayores. En su caso y de acuerdo a los comentarios de amigos y allegados, la soledad le habría jugado una mala pasada; la angustia, los enojos, las broncas por no poder disfrutar como antes, es probable que lo hayan afectado, desencadenando este imprevisto y abrupto final.
Chau querido Pingüi, tus alumnos y jugadores te recordarán siempre, en algún lugar te volverás a juntar a tomar un café con algún amigo y hablar de tu gran pasión: el fútbol.