El dolor de los que no pueden compartirlo
Para muchos será un Día del Padre doloroso, amargo, sin abrazos, porque los hijos están en otro lado y no pueden viajar por el aislamiento social que implica la cuarentena. En el mejor de los casos se harán videollamadas y de un lado estará papá y del otro el hijo o la hija; se verán imágenes que no son las mismas de un encuentro real, ni las palabras, entrecortadas por la fría tecnología, tendrán la transparencia de las que se dicen en cara a cara. Hay que hablar por turnos y la espontaneidad que trae el sentimiento, se ausenta. No hay abrazos ni besos, pero sobrarán las recomendaciones “cuidate viejo, no salgas, prevenite, ya nos vamos a ver…” ¿cuándo?, si yo quiero abrazarlo ahora, porque no sé si lo volveré a hacer. Y la nostalgia aumenta; aparecen voces de optimismo, no sabemos si reales o ficticias, pero como sea son un aliciente, “el asado que nos vamos a comer cuando nos encontremos”.
Pero la incertidumbre nos sigue corroyendo por dentro, por más que pongamos cara de optimistas… y los abrazos se abortan. No sabemos hasta cuándo, pero sí estamos seguros que volverán.
Volverán aquellos días de los regalos y la sobremesa, los chistes, las cargadas al padre o abuelo y su devolución.
No veo el momento en que las carcajadas resuenen y los hijos y los nietos, salgan corriendo para abrazar al “viejo”, mientras éste, emocionado, devuelve las atenciones con una sonrisa gigante.
Es la realidad que le toca vivir a la mayoría.
Y en este punto, los que habitamos en las pequeñas ciudades o pueblos, donde las fases de prevención lo permiten, donde no hay contagios, ni el malévolo virus circula, se tiene el privilegio, en algunos casos, de compartir el festejo.
Debemos ser optimistas, pero también ser realistas. Mañana son muchos los que derramarán una lágrima después de que finalice la comunicación y desaparezca la imagen de los que amamos.
La realidad nos pega fuerte, pero la fortaleza de espíritu debe reinventarse minuto a minuto. Quedaron y quedarán muchos abuelos y abuelas, padres y madres en el camino pande-miológico, pero son muchos y muchas más los que festejarán la derrota del COVID19.