GERIATRICOS. Pasto para el coronavirus
Se dijo, se dice y está comprobado que las personas mayores de 65 años, especialmente aquellas que tienen patologías como diabetes, presión arterial alta, cardiopatías u otras son fáciles presas del Covid 19, y también probado está que conforman una mayoría de las víctimas fatales de la enfermedad. Como se sabe una exvecina de esta ciudad hizo público un duro planteo porque no se le permitió visitar a su padre internado en un geriátrico como consecuencia de una estricta prohibición nacional y provincial, habida cuenta de los repetidos contagios con su secuela de muertes producidos en los geriátricos por visitantes o personal afectado al lugar. En el mundo el coronavirus hizo estragos en los geriátricos, y es por eso que la prohibición de visitas tiende a salvarlos del implacable mal, aún a sabiendas que la falta de sus familiares puede provocar en los internados problemas de angustia y depresión.
Como en las películas vamos a reflejar una historia de la vida real.
Quien escribe debió ser internado seis meses en un instituto especializado de rehabilitación por una dolencia grave. 180 días que repartió entre la cama y una silla de ruedas, con la secuela que todo ello trae para la estabilidad emocional del paciente..La hora de visita eran dos, una hora a la mañana y otra hora a la tarde, que si bien no eran suficientes compensaban las penurias de un régimen tan severo, que hay que reconocer era necesario y altamente positivo.
Pero al estallar la pandemia todo cambió, cortaron terminantemente las visitas, y a esa reclusión se le agregó la soledad, sin contacto con la mujer, ni las hijas, ni amigos, nadie, dos meses sin ver a nadie de la familia. Pero fueron dos meses en los que los allí internados estuvieron protegidos, el personal cumplió estrictas normas de prevención, conformándose una barrera entre la peste y los allí internados. Al principio no fue fácil entenderlo ni lo entendieron los familiares, pero cuando se comprobó el resultado en comparación con otras instituciones de rehabilitación y los geriátricos se comprendió cuanta razón tenían en aplicar esas estrictas medidas.
!Como no comprender la angustia de una hija que quiere ver a su padre!, ¡cómo no comprender la alegría del enfermo cuando ve a los suyos!. Pero la preservación y el cuidado de la vida va más allá, son medidas duras pero hay que tomarlas.
Nuestros viejos son vulnerables al extremo, pasto tierno para este maldito mal que ha causado ciento de miles de muertes en el mundo. Cuidémoslos aunque nuestro corazón llore por no verlos. En el fondo vamos a estar ayudándolos a tenerlos por mucho tiempo más.