LA PLANTA URBANA A UN PASO DE ESTAR COMPLETAMENTE ASFALTADA
Quienes tienen en el ejercicio del periodismo una antigüedad respetable que se remonte a los años ´60, habrán escrito crónicas de la obra pública realizada por tal o cual intendente, en la que el asfalto era acaso la más importante. Años atrás en 1932, cuando ya estaba construida la comisaría y el palacio comunal y las calles aún eran todas de tierra, fue construido por gestión del legislador Dr. Rodolfo Espil el asfalto “viejo”, una obra de infraestructura que cambió completamente el aspecto de nuestra ciudad, pero que se remitía al radio céntrico y un poquito más allá. Esas cuadras asfaltadas tenían una iluminación que en estos tiempos podríamos decir que era precaria, pues se remitía a tres focos con una pantalla de chapa, uno en cada esquina y el tercero en el medio. La luz era amarilla y mortecina, pero al menos evitaba que esas cuadras no sean “bocas de lobo”. Luego con los años vendrían las columnas de alumbrado , pero de lo que queríamos hablar es del asfalto. Cada intendente –decíamos- construía algunas cuadras de asfalto, siempre con la intención de darle a la ciudad no sólo más importancia, sino brindarle una obra esencial que le evitaba a los vecinos vivir en calles de tierra, que cada vez que llovía se convertían en un barrial y que constantemente debían ser atendidas con máquinas municipales y en épocas de seca regadas para evitar la polvareda.
Pasaban los años y nuestra ciudad parecía agrandarse con cada cuadra que se pavimentaba, pero la planta urbana aún mostraba numerosas cuadras de tierra, barrios enteros aún seguían sufriendo los inconvenientes de no contar con asfalto. El periodismo hizo noticia cada cuadra que se asfaltaba, los vecinos de esa cuadra ofrecían asados de agradecimiento por la obra realizada, y hoy créase o no prácticamente podemos decir que nuestra planta urbana, lamiendo la “sección quintas” está muy cerca de tener un 100% de asfalto. La administración actual pese a la pandemia no abandonó la obra pública, e hizo del asfalto una prioridad, al igual que el servicio de cloacas, también el de agua, la iluminación LED en toda la ciudad y una serie de obras complementarias que han mejorado sustancialmente la calidad de vida de los vecinos, logrando que Carlos Casares sea una ciudad en la que vale la pena vivir, un pueblo que es un orgullo mostrar porque supo abandonar la chatura propia de los pueblos chicos del interior y en ello han tenido que ver también los vecinos, contagiados de ese afán de mostrar el progreso de su ciudad. Seguir con el crecimiento de la ciudad es la consigna.