El coronavirus, por decir una frase criolla conocida, no respeta ni pelo ni marca, tanto infecta a una persona “común”, como a un científico, o presidente, actriz famosa o DT de fútbol. Por citar un ejemplo, el de Susana Giménez, la diva del teléfono, acaso tan famosa que parecía que ella podría ser como una de las diosas del olimpo, inmortal, que goza de eterna juventud. Y sin embargo se contagió de Covid 19 y padeció y padece aún vacunada todas las etapas de esa cruel enfermedad. No hay noticiero ni programa de televisión de ricos y famosos que no la nombre siguiendo los distintos pasos de su enfermedad, y no faltó, como es de suponer, que sea tratada con una droga especial cuyo nombre no trascendió cuyo costo superaría holgadamente los mil dólares. Susana está luchando contra la enfermedad y supuestamente por estar vacunada y esa droga “mágica”, la transitará sin problemas y seguramente luego podrá relatar en su convalecencia lo vivido en esa prolongada internación.
Esa droga “mágica” se le recetó a un conocido vecino de ésta que sin ser ni rico ni famoso en el firmamento nacional, era tan sólo un profesional, profesor y reconocido músico, que la pudo comprar y la recibió. El también estaba vacunado, pero ni aún así logró vencer al virus, que se lo llevó de este mundo.
En suma no hay drogas milagrosas, si bien todo lo que pueda hacerse es poco, y hasta suelen fallar las vacunas, que aún así hasta el momento es la única solución, que tal vez no prevenga el contagio pero sí una mejor evolución de la enfermedad, que salvo algunas excepciones como la nombrada, protege de la muerte.