EL ACTO SE DESARROLLÒ EN EL H.C.D.
El pasado sábado, el Honorable Concejo Deliberante llevó adelante la Sesión Homenaje N° 1, donde se reconoció a los veteranos de Malvinas. El evento comenzó a las 16 horas con la recepción de los ex combatientes en el municipio, quienes luego ocuparon un lugar en el recinto para comenzar con la sesión.
Durante la misma, el presidente del HCD, José Luis Ledesma, dirigió la palabra a los presentes y, posteriormente, hizo subir al estrado al Sr. Claudio Garbolino, ex combatiente en territorio malvinense junto a nuestro coterráneo, Guillermo Duverni y autor del libro infantil «Pipino el pingüino, el monstruo y las Islas Malvinas». Allí, el escritor narró el nacimiento y las ideas que impulsaron su obra, que terminó materializándose en dicho libro.
Luego, la Secretaria Legislativa, Melina Pierucci, junto a Garbolino contaron los pormenores del contacto para que el autor pueda llegar a nuestra ciudad y participar de esta sesión homenaje.
A continuación, Ledesma entregó una placa de reconocimiento a Garbolino y medallas a todos los veteranos que participaron como saldados bajo bandera de la cuestión Malvinas. Ellos fueron: Néstor Harán, Daniel Zánzero, Julio Picotto, José Luis Roy, José Luis Elola, Angel Brachetti, Marcelo De Saa, Jorge Vázquez, Cristian Nachajón, Luis Lucero, Juan Carlos Etcheverry, Idilio Viera, Rubén Sayavedra, Jorge Freites, Juan Marzetti, Osvaldo Marzetti, Patricio Ramallo, Horacio Errasquin, Julio Masse, Adalberto Zánzero, Néstor Bagnera, Walter Gaute, Walter Pastorino, Javier Campione, Jorge Cuadrado, Abel Lobos, Carlos Novoa, Hugo Giachello, Marcelo Chelia, Aníbal Rosales, Daniel Palacios, Carlos Barraza, Alberto Rodríguez, Patricio Vicente, Miguel Morro, Vicente Vélez, Omar Oddo, Gabriel Andrada, Eduardo Cervellini, Sergio Falciglia, Roberto Abate, Raúl Olhaberriet, Rubén Malatini y Rodolfo Braqui.
Concluida la sesión, los presentes disfrutaron de la actuación del Coro de Adultos Mayores, quienes interpretaron algunas canciones referidas a esta temática.
Para cerrar la jornada, Garbolino junto a autoridades del HCD y concejales del Frente de Todos se dirigieron a la terminal de micros «Guillermo Duverni», donde dialogaron con el personal a cargo del lugar y familiares del ex combatiente sobre el significado de que este espacio lleve su nombre.
Memorias de un conscripto
Antes que nada quiero recalcar que estuve bajo bandera, en la CA. TELECOM.181, con asiento en Bahía Blanca, no en Malvinas.
Nosotros fuimos incorporados en el distrito militar Junín, el 1 de febrero de 1982 y de allí destinados a Bahía Blanca, en mi caso a la Compañía de Telecomunicaciones 181. Evitaré dar nombres para no olvidarme de nadie.
2 de Abril.
6 de la mañana, toque de diana.-¡Todos al pie de la cama!- ordenó el oficial de semana, orden que se cumplió con celeridad y para nuestra sorpresa nos estaba esperando el Mayor, a cargo de nuestra compañía.
Después de las rigurosas órdenes: a sus cofres. A vestirse. Y al pie de la cama. Y el saludo de buenos días.
Todo era como un día normal si no hubiese sido por el discurso del Mayor: Soldados, Argentina está en guerra con Inglaterra y sus Aliados, porque nuestra Patria ha comenzado un desembarco en nuestras Islas. Malvinas es nuestra y hay que defenderla cueste lo que cueste, aún con nuestras vidas si es necesario_
En ese momento sientes que la sangre fluye en el cuerpo, con fuerza y te invade una sensación de euforia, ahogada en nuestro interior, pues no puedes expresarla.
A partir de allí comenzó un periplo de instrucción, de caminatas larguísimas con mochilas y armamentos.
Pero la vida en el cuartel sigue, hay que comer, tomar el desayuno, cenar, limpiar la cuadra, los baños, el patio este último normalmente se hacía en horario de descanso, hacer guardia, imaginaria y concurrir cada uno a su lugar de trabajo y actividades diarias, en mi caso el depósito de armamentos con un sargento que era un tipazo y dos reclutas más, además de eso estaba en un grupo donde éramos 25 soldados a cargo de un subteniente, un cabo primero y un cabo segundo. Éramos aspirantes a oficiales de reserva. Y nadie te preguntaba si te gustaría.
Una emoción de argentinidad se apoderaba de casi todos en esos días y digo de casi todos porque en una formación de toda la compañía, donde estábamos la clase 62 y 63, el mayor preguntó si alguien tenía miedo de morir.
El silencio fue profundo y se oyó que alguien contestó a viva voz, (las contestaciones siempre eran así), _ ¡ Yo,.. mi Mayor ! (también cada vez que te dirigías a un superior estaba el mí, mi Cabo, mi Sargento, etc.).
Se le ordenó salir de filas y que se presentase ante el (el Mayor) y así lo hizo.
Ante las preguntas correspondientes sobre su miedo respondió que tenía miedo de morir, entonces el jefe se dirigió a la tropa y nos dijo: Soldados dénle las gracias por reconocer su miedo, este soldado pudo matarlos si entra en pánico en un combate.
Todo el tiempo los oficiales encontraban oportunidad para arengarnos con discursos de valores y que defender a la Patria era un honor y morir por ella un deber.
Una mañana después de la instrucción, sería el 4 o el 5 de abril, llegó el subteniente a cargo de nuestro grupo, obviamente que cada vez que se presentaba un oficial o suboficial, si estábamos sentados en el pasto o parados charlando se gritaba ¡atención! Y nos debíamos cuadrar. Pero en ese momento el oficial inquirió que siguiéramos en descanso, pero que nos tenía una noticia para el grupo: Vengo del Comando y el grupo AOR (aspirantes a oficiales de reserva) está ofrecido como voluntarios para ir a Malvinas.
Para esto ya habían llegado a nuestra compañía algunos cabos, suboficiales que aún estaban en la escuela, tenían entre 16 y 17 años.
Quien más quien menos por esos días tenía una radio Spica y en cada descanso o estando de guardia oíamos las noticias de Buenos Aires y de los comunicados de la Junta Militar, que habían comenzado el 2 de abril, con el comunicado Nº 1.
LA EUFORIA DE UN PUEBLO.
Tanto por radio como en la TV, cuando podíamos ir a la cantina percibíamos la euforia y la argentinidad que se transmitía y a esto se le sumaba la camaradería que se había fomentado.
Pero en nuestro interior siempre estaba esa incertidumbre de cuando partiríamos a la guerra.
En qué momento nos ordenarían subir a los camiones. Esa presión psicológica que sentíamos era una tortura permanente.
Y veíamos pasar batallones y compañías de soldados que venían de Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes, y nosotros
En la TV, podíamos ver al pueblo gritando contentos por recuperar las Islas, por estar en guerra. Contentos de que sus hijos, hermanos, tíos, amigos, etc. fuesen a una guerra apoyando al gobierno de turno, al que días antes le habían organizado una marcha para que se fuesen.
Nos paraba un poco la ansiedad, cuando escuchabas en la radio una chacarera, una zamba, un tango, un rock, un blues, etc. aunque no te gustase el género musical. Eran argentinos. En especial con el rock que ya la dictadura había prohibido.
En las guardias sobre todo de noche, si tenías una radio se la prestarías al relevo porque era una manera de no sentirse tan solo.
La radio, un pucho (quienes fumaban), eran un buen aliado de los nervios.
Mientras tanto en la TV difundían noticias, que no coincidían con las de radio Colonia.
Una mañana entra de semana el subteniente de nuestro grupo, el sargento con el que me tocaba trabajar, y un cabo. Ese lunes formamos como siempre para ir al comedor a desayunar, serian 70 mts. desde la compañía saliendo para la izquierda.
Pero esa mañana el sargento ordenó: compañía FIRRRMES,… IZQUIERDA DRES. CON LA MARCHA DE SAN LORENZO…. MARCH… y el unísono de voces entonando las estrofas te estrujaban el corazón y se te caían las lágrimas de la emoción y el redoblar de tacos en el asfalto acompasando la canción retumbaban en el batallón.
Como ya dije normalmente tendríamos 70 metros al comedor, pues esa mañana dimos una vuelta más larga pasando por la plaza de armas del regimiento, y esa marcha fue imponente, sin música, solo el paso redoblado de los borsegos en el asfalto que se replicaban como un eco entre los edificios,… produciendo una épica música que nacía en el coraje de cada ser de esa compañía.
Sentías que el pecho se te hinchaba cuando izaban el pabellón y entonábamos la oración a la bandera. Para saber de qué te hablo en cuanto a sentimiento, tendrías que haberlo vivido. Es una energía única, inconmensurable la que se desataba.
Y los días pasaban, siempre en la espera de ese momento en que te dijeran: compañía alistarse.
A los que eran de Bahía les permitían ir a su casa, pero los de lejos solo nos daban permiso de franco, que no desaprovechábamos. La sociedad estaba eufórica y a los soldados nos atendían muy bien en las pizzerías o donde podíamos comer, lugares tipo fonda donde nos regalaban la cena.
Y cada día pasaban más compañías y batallones, con rumbo sur, que paraban a comer o cenar en la compañía y nosotros preguntándonos cuando iríamos..
La sociedad en la tele seguía apoyando la guerra, donaba sus alhajas, su dinero y hoy me pregunto dónde fue todo eso, si después que ingresó la clase 64 a nosotros nos daban una caja cada mañana en la formación que contenía una lata de guiso y una de puchero, galletitas, caramelos, chocolate, cigarros y sobres de jugo que debieron ser enviados a nuestros camaradas en las Islas.
Los días pasaban y siempre en estado de alerta. Queríamos ir a Malvinas. Alguien dijo: si los corrimos a los ingleses con agua caliente y aceite hirviendo, ahora los corremos con la alpargata.
Las mentiras y las noticias falsas seguían. Y la gente vitoreando enardecida en Plaza de Mayo”EL PUEBLO UNIDO JAMAS SERA VENCIDO”,
Y Galtieri lanza su… «si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”. Aunque se había oído por micrófono abierto mientras saludaba a la multitud que detrás de él alguien le decía “con el puño cerrado no”.., y abrió su mano. Estos acontecimientos los veíamos en la TV en la cantina.
Y así pasaron los 74 días de guerra, y el veinte de junio, llegó el primer contingente de nuestros héroes. Pertenecían al batallón. El día más triste de mi estadía en la colimba, ver a nuestros héroes entrar a la plaza de armas del regimiento con todas las compañías formadas para jurar la bandera, y ellos desfilar como presos, sin correajes, sin cinto sin cordones. Eso fue angustiante. Después que te habían recalcado hasta el cansancio el honor de morir por la Patria y la Patria los recibía así, como a mendigos.
Por eso es que la comunidad de ex soldados clase 61-62-63, que estuvo bajo bandera durante el conflicto de Malvinas también debe ser considerado, debe ser honrado y no solo aquellos que estuvieron en Malvinas.
Desde que volvimos a la democracia todos los gobiernos tuvieron la posibilidad de reivindicar y honrar a sus soldados. Pero la política no lo hizo, ni su pueblo. Pueblo que fue a vivar, a alentar y que después del 14 de junio dio vuelta la página para olvidar a sus hijos, tíos, hermanos, etc. Quizás, condenándose a creer que eso jamás sucedió.
Hoy me estruja el corazón y se me caen las lágrimas cuando escucho los compases de marchas militares con las que desfilábamos orgullosos.
Con las estrofas de la Oración a la Bandera, de la cual no he sentido mejor versión que la que se entonaba en esa plaza de armas o las estrofas de la marcha de San Lorenzo a la que ya me he referido.
Y sierro con una frase de Winston Churchill “ la nación que no honra a sus héroes, pronto no tendrá héroes para honrar”
Perdón si he sido muy pesado y gracias por escuchar.
- de la R.: Esta carta fue escrita por uno de los tantos soldados que vivieron de cerca el conflicto de Malvinas, pero no quiso revelar su nombre.