Tan solo tenía 33 años
Por Profesor Daniel Lombardo
Parece mentira que siendo tan joven haya dejado semejante impronta.
Pero al mito que se construyó a nivel popular lo dejo para el análisis filosófico, que bien lo merece.
Aquí yo quiero hablar del personaje histórico, ese que trasciende épocas a través de su legado. Porque la historia existe para eso, para mostrarle a las generaciones venideras esa trascendencia y su reconocimiento, no solo nacional, sino también internacional.
La encomiable tarea social permitió la dignificación de millones de niños, mujeres y ancianos. La magnífica obra de la fundación que merecidamente llevaba su nombre, es solo una muestra de su influencia en un período de inflexión en la historia argentina, dado que el líder del movimiento de masas más importante del siglo XX, Juan Domingo Perón, a la postre su esposo, producía un cambio político social y económico, tan trascendente que era fundamental que llevara el acompañamiento de Evita para darle la integralidad que necesitaba.
Por ello la figura de Eva también fue fundamental en la relación con los sindicatos y con las mujeres, habida cuenta del logro de algo que ya no podía esperar más, pero fue ella la que lo motorizó, el Voto Femenino.
Su influencia en el primer gobierno peronista fue tan determinante que no pocos analistas de la época vinculan las contradicciones y debilidades del segundo período, desde el 52 al 55, a la ausencia de la “Abanderada de los Humildes”.
Por ello, para homenajearla, tomaré la frase que, a mi entender, más emociona y hace volar su imagen a través de los tiempos
“Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo, y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”.