CASA DE HERRERO, CUCHILLO DE PALO
El título de esta conocida frase poco y nada tiene que ver con el contenido de la misma, salvo una palabra que se ha vuelto viral.
Carlos Casares es un pueblo chico, con todas las características de esas comunidades en las que nos conocemos todos y algunas novedades nos dan tela para cortar. Por ejemplo la apertura de un nuevo restaurante.
En los hogares, las reuniones cualquiera que sea, las mesas de café y el mentidero de los señores y señoras de esta comunidad que califican dichas novedades, el tema del restaurante nuevo es la noticia del momento.
No faltan aquellos que interesados en el más sensible de sus órganos que es el bolsillo, hacen comentarios en base a los que fueron, comieron y contaron.
Todos coincidieron en que la comida es buena o muy buena, punto.
El precio es lo que se discute, si está bien, si no es para Casares, si está a la altura de los mejores restaurantes de Buenos Aires, pero en medio de esa polémica el restaurante está trabajando a lleno. Aquellos que no llegan a las cifras que se barajan y que tal vez no vayan a ir nunca hacen una descarnada crítica, mientras los que respiran solvencia y gastar no les mueve ni un pelo, lo ven como algo normal, a tono con la comida y la ambientación. Toman vino del bueno y no tienen chucho en pagar lo que sea y volver convencidos que ese restaurante no es para todos.
Pero la polémica continúa, unos críticos y otros complacidos, quien pasa por la puerta de ese restaurante ven una cantidad de automóviles o camionetas que dan fe de que sus dueños pertenecen a la clase pudiente que además deja jugosas propinas.
Un vecino muy conocido por sus comentarios ácidos, dijo: “córtenla, ustedes son del club de la milanesa, el salmón no es para los gatos…”.