PIES FRIOS, BOLSILLOS CALIENTES

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PIES FRIOS, BOLSILLOS CALIENTES

Las persona que hoy están transitando la tercera y cuarta parte de sus vidas, podrán recordar como su madre le calentaba los pies en los días de crudo invierno. Los “calienta pies” en los hogares más humildes podrían ser desde una botella con agua caliente (era un tanto riesgosa), hasta un ladrillo que se lo colocaba sobre el fuego de un calentador o la hornalla de la cocina hasta que adquiría mucho calor y luego se lo envolvía con algún trozo de tela para después colocarlo en la cama. También estaban los “termos” que tenían una resistencia en su interior y cuando se los enchufaban su contenido (arena) se calentaba convirtiéndose en un magnífico calientapiés. Claro está que el mejor o la mejor era la bolsa de agua caliente, cuyo precio era prohibitivo para las familias pobres. Si bien es cierto que hubo casos en que la bolsa se reventó, quemando a quién la usaba, eran casos aislados.

Seguramente aquellas personas mayores que leen esta nota podrán recordar algún otro sistema para calentar los pies, pero en esencia los más comunes eran los que nombramos. Punto y aparte.

¿Cuánto cuesta hoy una bolsa de agua caliente de buena calidad?. Mejor empezar por las más baratas para luego llegar a las presuntas Premium que suponemos serán de marca y con alguna garantía.

Las bolsas de agua caliente más baratas oscilan entre los 1.500 pesos hasta 3000 o mas. Pero las supuestas de marca cuestan algo más de 5.000 pesos.

Créase o no eso es lo que vale ahora una buena bolsa de agua caliente. ¿En qué se diferencia esta bolsa con la de 60 o 70 años atrás?.

Esta comparación tiene mucho que ver para entender que hemos retrocedido en el tiempo, que todo se fue al mismísimo diablo, al punto que la bolsa de agua caliente es prohibitiva en los hogares humildes, que seguramente volverán al ladrillo o directamente eliminarán ese lujo y dormirán con los pies fríos.

Esta comparación tal vez no tenga sentido para aquel que espera que una editorial tenga un vuelo intelectual, que se ocupe de cosas más importantes, no de una nimiedad como el precio de las bolsas de agua caliente. En cambio otros lectores tal vez entiendan que esta analogía no será como la de Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache” pero al menos en algo se le parece.

  

 

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