Se supone y en rigor es así, que la democracia es una forma de gobierno que le permite al ciudadano vivir en un marco de justicia y armonía. Es una forma de gobernar que depende de la voluntad del pueblo. Por lo tanto es “el poder del pueblo”, que tiene la potestad de elegir a sus gobernantes.
Tras las últimas elecciones generales en nuestro país, que obligan a un último trámite electoral denominado balotaje, el ciudadano deberá elegir entre los dos políticos más votados. Teniendo en cuenta el resultado de estas últimas elecciones generales, los más votados han sido Sergio Massa de Unión por la Patria y Javier Milei La Libertad Avanza. El pueblo, por lo tanto, con su voto deberá elegir quién lo represente en los próximos cuatro años. Pero lamentablemente los ciudadanos están sometidos a una tortura producto de intereses mezquinos que desnudan la miseria de los candidatos que han perdido, que no tienen empacho en afirmar que son capaces de hacer cualquier alianza con tal de hacer desaparecer al cristinismo.
Patricia Bullrich aún no ha podido comprender su fracaso y por lo tanto no ha vacilado en hacer una alianza vergonzosa con Javier Milei, con el cual en la campaña cruzó insultos de los que no se vuelve, dando –incluso- motivo a una denuncia judicial. Se dieron la mano, se abrazaron y no le preguntaron a sus seguidores si estaban de acuerdo. Con un concepto amañado de la democracia, en una suerte de concubinato político pretendieron borrar con el codo lo que habían suscripto con la mano. Todo con la complicidad y los oficios del expresidente Macri, un outsider de la política que lejos de construir destruye y hasta es capaz de decir que si llega a ganar el justicialismo se va del país.
El votante ya no sabe qué hacer, las redes sociales están impregnadas de malas ondas, si prenden la tele allí deambulan estos personajes de la contrapolítica y también los que tratan de interpretar la locura de Milei y la patología de Bullrich, mientras que en el medio está la democracia, la pobre democracia que deberá sustentarse con estos cachivaches de la política.