EDITORIAL

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EL SUEÑO DE CADA ARGENTINO ES SER PRESIDENTE

Aún sabiendo que al finalizar su mandato tal vez no pueda salir a la calle

Todo argentino que vote por primera vez y se interese de los vaivenes de la política, sea o no militante, su sueño dorado es ser presidente de la Nación. Y piensa yo haría esto o aquello, sintiéndose un soldado de la democracia que con honor y patriotismo da todo por su país.

Pero…deberá saber también que luego de haber hecho realidad su sueño, es probable que pueda ser objeto de insultos por parte de algunos ciudadanos, echándole en cara algunas medidas que pudieron perjudicarlo y perjudicar al país. Tal como ha venido sucediendo con varios expresidentes de distintos partidos, que deben optar por irse a algún país lejano y desaparecer un tiempo, aunque recientemente un ex ministro de Salud que estaba con su esposa sentados a una mesa en las afueras de un bar de Paris, fue abucheado e insultado por un grupo de argentinos que pasaban por el lugar.

En los EEUU cuando un presidente termina su gestión considera sus funciones como un servicio a la patria y una Carga Gloriosa. A muchos de ellos les han construido bibliotecas a su nombre en el estado donde han nacido y son convocados por los países para que vuelquen sus experiencias en uno de los trabajos más demandantes del mundo.

Han sido pocos en los últimos tiempos los argentinos ex presidentes que hayan podido salir a las calles con orgullo y mezclarse con los vecinos, fruto de una buena gestión, la hayan repetido o no.

Los argentinos ya vivimos el “que se vayan todos” y los “escraches” a los funcionarios y expresidentes.  En el momento en que vivimos estamos a punto de revivirlo. Existe en una gran parte de la sociedad descontento y temor, mientras la otra parte parece dispuesta a soportar el arriesgado proyecto del presidente, quien no debe olvidar que de él depende el destino de Argentina.  Es deseo de todos que le vaya bien, pero la famosa motosierra, la inflación que no se aguanta, el salario que no alcanza, los jubilados que padecen el ajuste brutal de la economía, la clase media que ha entrado en la pobreza y el famoso decreto (DNU) cuyo contenido es un espanto, no son señales que muestren que vamos por el buen camino, sino por el contrario el costo lo pagan los más necesitados y no quienes lo tendrían que pagar, que son los poderosos que se enriquecen más y más cada día. Pero que quede bien en claro: la democracia no se toca, el hombre tiene tres años y monedas para demostrar que su programa es exitoso. Caso contrario que Dios nos ayude.

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