País complicado el nuestro, en eterno conflicto, en continuo contrapunto de intereses, con visiones encontradas de aquellos que ven el vaso medio lleno, y los que lo ven medio vacío. Con sus habitantes jaqueados por los paros, piquetes, cortes de luz, la inseguridad que no cesa, el auge de la droga y un sinfin de calamidades que nos tienen al borde de la histeria. Sin dejar de reconocer aquellas cosas buenas que tal vez beneficien a los que menos pueden hacerse escuchar. Cosas que tienen que ver con la gente que más necesita, con los excluidos, con los eternos olvidados por aquellos gobiernos que han atendido al pueblo con guantes de latex, lejos, muy lejos de entender sus necesidaes y angustias.
Pero todo eso puede y debe disolverse en momentos en que la unión y los mejores deseos deben anteponerse a los más negros presagios. Llega la Nochebuena, una fiesta de amor y paz, de reencuentro con los seres queridos, de tregua sin condiciones para levantar las copas por la ventura personal y el bienestar de todos. Para prepararse a recibir un nuevo año, en la esperanza de que todo aquello que no pudo lograrse en el año que se va, será posible en el venidero.
Brindemos entonces por la familia, por aquellos que no están y tantos recuerdos nos traen, por lo que si están y merecen todo nuestro amor, por el reencuentro con aquellos que la vida nos distanció, por los amigos, por nuestros vecinos y por nuestro país. Porque en el fondo los argentinos, los casarenses, somos una gran familia que nos merecemos vivir en paz y armonía, sin tanto conflicto, con mayor comprensión y buena disposición.
Esta noche debe ser mágica, única, porque una noche como la de hoy nació Jesús. Es una fiesta cristiana pero nos contiene a todos, es ecuménica, su significado es la esencia de los sentimientos que anidan en cada corazón. ¡Feliz Nochebuena!.