No se ha visto en décadas un resurgimiento de la Iglesia Católica como el que se observa desde la llegada de Francisco, el Papa Argentino. Su estilo, su calidad de pastor, su mirada misericordiosa y su impronta de sencillez, humildad y amor por los más desprotegidos, ha acercado a los fieles a la iglesia, ha llenado los templos, ha logrado el milagro del retorno de aquellos que se habían alejado porque no encontraban contención y veían a sus ministros alejados de las verdaderas necesidades materiales y espirituales del pueblo.
¿Pero que ocurre en Casares que cada día abre sus puertas un nuevo templo de iglesias evangélicas, anglicanas, metodistas, protestantes, etc.?. Se las ve en el centro, también en los barrios, algunas funcionan con sus puertas abiertas y puede verse en su interior a una nutrida cantidad de fieles, por lo general gente de clase media o humilde, muchos llegan en sus motos y bicicletas, otros lo hacen a pie.
Gran parte de esas personas se confesaban católicos, están bautizados, han bautizado a sus hijos y se han casado «como Dios manda». ¿Por qué ahora buscan en otras iglesias lo que no han hallado en la que fuera propia?.
En algún momento al ocuparnos de este mismo tema y puntualizar el éxodo que se observaba, intentamos encontrarle una explicación adjudicándolo a una crisis de fe, alentada quizás por el escaso trabajo pastoral, por una iglesia demasiado aburguesada que se había olvidado de predicar y contener a sus fieles, que no los escuchaba, que se había alejado de ellos. Pero la llegada de Francisco ha devuelto la fe a cientos de miles de católicos que la habían perdido. Que buscaban en otros credos lo que su propia iglesia ya no les ofrecía. Con él llegaron vientos de renovación, su mensaje ha sido claro. «Salgan a la calle, conozcan las necesidades del pueblo, sean ovejas, pastores de los pobres, júntense con los más desposeídos, practiquen la caridad, lleven el mensaje de Jesús a todos los rincones…»
Tal vez la oferta de salvación en Casares sea demasiado grande. En este pueblo en el que abundan locales cerrados, se reemplazan tiendas, almacenes y zapaterías por iglesias evangélicas o protestantes con una diversidad de nombres para muchos desconocidos.
Tal vez en ellas abunden las buenas enseñanzas, se predique el amor al prójimo, se practique la caridad y las almas que sufren encuentren allí un consuelo. Pero no es esa la cuestión, tampoco se trata de marketing porque sería muy ruin que así lo fuera, el problema es otro, y permítanos hacer la cuasi herejía de hacer una comparación futbolera. ¿Con Messi (Francisco) en el equipo, los católicos en Casares no tendrían que ganar por goleada?.