Se habla de inflación, se señalan aumentos de productos, e incluso se critica que también aumentan los «precios cuidados», pero si se compara entre los distintos comercios grandes de nuestra ciudad, llamados supermercados algunos, autoservicios otros, nos vamos a encontrar conque los mismos productos de las mismas marcas tienen precios tan dispares, que da para pensar que alguno de esos comercios está robando, amparado con el tema de la inflación. ¿Cómo es posible que de uno a otro supermercado, separados ambos por apenas 200 me-tros, un producto cueste en un lugar un 70% más que en el otro?. Para tomar algún ejemplo, un cronista de El Oeste comparó dos aperitivos de la misma marca (Gancia) y de mucho consumo, pudiendo comprobar que entre ambos locales existía una diferencia de un 27%, luego lo hizo con otro de mayor precio (Campari) y observó que la diferencia alcanzaba un 70%. Para no comparar con productos de primera necesidad, que tienen precios cuidados, se fijó luego en productos congelados (verduras, milanesas de pollo etc.) y la diferencia entre algunos productos llegaba al 50%.
Es evidente que si bien este tipo de «robo» no se puede tipificar como para ser condenado por la justicia, no se puede llamar de otra manera. Sorprende al comprador desprevenido que le echa la culpa a la inflación, cuando en realidad es obra de aprovechadores que se enriquecen de la peor manera. El consumidor termina siendo una víctima de comerciantes inexcrupulosos que por un lado firman convenios con el gobierno para vender productos a precios convenientes y por el otro compensan esa merma en sus ganancias aumentando a mansalva productos que si bien no son de primera necesidad integran la canasta familiar de la clase media.
Esas diferencias notables se ven en los lácteos, en las frutas y verduras, en los artículos de limpieza, insecticidas, embutidos, y una gran cantidad de productos de consumo diario que registra entre unos y otros comercios, una disparidad asombrosa.
El consumidor lo único que puede hacer es recorrer, comparar y elegir los mejores precios. Pero es muy cierto que la gente cada vez tiene menos tiempo, que no puede trasladarse de uno a otro lugar, comprar un poco acá, otro poco allá, en fin, intentar que esos ladrones de guante blanco no les arrebaten el dinero de los bolsillos cual si fueran vulgares rateros.
Pero no queda otra, mientras esta nueva clase de delincuentes, gocen de la libertad de robar al pueblo de la peor manera.