Decíamos en nuestra sesión «Se Dice…» que es increíble la cantidad de hechos de violencia familiar que se dan a diario, los que en su mayoría son tratados en el ámbito de la Comisaría de la Mujer. ¿A qué se debe que los hombres sigan matando a golpes a las mujeres, ya sea se trate de esposas, concubinas y hasta hijas, llegando incluso a castigarlas de tal manera y con tanta saña que éstas terminan en el hospital?. Es evidente que existe una cultura casi ancestral de dominación de un género a otro. Basta con escuchar algunos tangos para comprender que la mujer era tratada como un ser inferior, o remontarse a decenas de años atrás, cuando nuestras madres y abuelas estaban sojuzgadas por el hombre que era quien marcaba la disciplina del hogar y decidía si podían salir o no, que ropa usar, que amigas tener, dándoles el trato de una persona inferior. Y hoy en muchos casos nada ha cambiado. La mujer sigue siendo el puching ball de los humores de su compañero de turno, que al primer desajuste en la relación la toma a trompadas dejando las marcas de su violencia y la impronta de su machismo.
Es bueno que funcione en nuestro ámbito la Comisaría de la Mujer. Ello permite que la problemática de la violencia familiar pueda ser tratada en exclusividad, y el hecho de ser conducidas esas comisarías por mujeres abre la posibilidad de que aquellas mujeres que se sienten víctimas del maltrato familiar se animen a denunciar ante sus iguales lo que antes no se animaban a hacerlo en ámbitos policiales exclusivamente atendidos por hombres.
Decíamos en el comentario anterior que nos chocamos con una pared respecto a la información policial, toda vez que intentamos averiguar sobre distintos hechos cometidos de violencia familiar. La reserva policial impuesta impide no sólo relatar con fidelidad los detalles específicos de un hecho y su denuncia, sino que termina favoreciendo con su anonimato al autor del mismo, gozando de una protección que le permite circular sin problemas, sin ser señalado socialmente por los brutales hechos cometidos.
Se entiende que la reserva debe ser absoluta cuando se trata de menores involucrados en los hechos ocurridos, pero si estos involucran a mayores y las denuncias se ventilan en la justicia, no vemos la razón por la cual se retacea una información que debiera hacerse pública. Este razonamiento también abarca a los hechos delictivos como robos, hurtos, incluso asaltos y otras variantes, cuya información últimamente resguarda la identidad del reo cual si fuera una protección que no tiene sentido alguno, salvo que no estén acreditadas debidamente las circunstancias de su culpabilidad.
En los hechos expuestos no hacemos imputación alguna a la labor policial, que por cierto cumple con directivas superiores, que no alcanzamos a comprender.