El fútbol, el denominado “más popular de los deportes” fue, y aún lo sigue siendo, acaparador de reconocimientos y simpatías en la población en general y aquellas figuras que de una u otra manera dejaron un camino marcado en la sociedad, son parte de los recuerdos colectivos.
En solo 4 días de diferencia, fallecieron tres figuras que merecen el reconocimiento, Benito Cervellini, el 24 de mayo, Julio “Flaco” González, el 26 de mayo y Ángel “Pichón” Vignau, el 28 de mayo, Si a ellos sumamos los fallecimientos de Oscar “Gallego” Abelairas y Juan Carlos Ilardo, tenemos que en cuestión de pocos meses fueron 5 los emblemáticos futbolistas de épocas pasadas que nos han dejado, Y, paradójicamente, 3 de ellos (Abelairas, Ilardo y Vignau), jugaron en San Martín y terminaron su brillantes carreras en Atlético Carlos Casares.
BENITO ENRIQUE CERVELLINI
A la edad de 86 años, falleció el viejo guerrero boquense, como alguien lo definiera alguna vez. De profesión carnicero, actividad en la que se desempeñó por más de 50 años, con su lugar de venta en la avenida Almirante Brown, logrando fama entre sus clientes por la calidad de la milanesas, las morcillas y los chorizos que comerciaba. Pero esta actividad comercial no le restó tiempo para dedicarse a su otra pasión , el club Boca Carlos Casares. Alguna vez, en sus mocedades, vistió su camiseta, pero lo más reconocido y notorio que hiciera por el club de la calle Balcarce, está dado en la actividad de dirigente y forjador de sus divisiones inferiores. Fue un entusiasta luchador y colaborador, en el más amplio sentido de la palabra. También fue Delegado de Boca ante la Liga, y en mérito a sus años de lucha en defensa de nuestro fútbol, alguna vez fue Presidente de la casa Mayor del Fútbol Casarense. Mientras las fuerzas lo acompañaron, fue activo luchador de esta causa futbolera que era su gran pasión. Solo cuando la vida le marcara el tramo final de su camino, le llegó el reposo del guerrero. Y el 24 de mayo, cuando contaba con 86 años de vida, Benito Enrique Cervellini emprendió el camino hacia los celestes espacios donde moran los recuerdos más queridos, de donde ha de volver, seguramente, camino de las nostalgias, cada vez que una pelota de fútbol se ponga a rodar en las canchas casarenses.
LUIS JULIO GONZÁLEZ
“…y ya corre la pelota, en procura de la red, con Zacarello y González, con Fabiano y Heritier…La tarde está en su esplendor, domingo de fútbol de antes, aguantate corazón!” (Fragmento de “Tarde de Clásico”, de mi libro “Ronda de Recuerdos”)
Nuestro fútbol lugareño tuvo una época de oro, donde cada encuentro era una verdadera fiesta, para la pasión deportiva y para el buen gusto de los aficionados, puesto que en la verde gramilla figuras inolvidables del balón pié, dibujaban artísticos arabescos, llenos de gracia y donaire en cada jugada, y golazos para el recuerdo eran la rúbrica casi obligada a una tarde de fiesta domin-guera.
Y dentro de esa pléyade de glorias deportivas de esa época de oro, se destaca por méritos propios, un desgarbado flaco querido, gran señor, dentro y fuera de la cancha: Luis Julio González, Gonzalito para el cariño popular, simplemente “el Flaco González”. Sobrino de otro jugador de lujo de los verdes, como lo fue Juancito Suárez, casarense y mecánico de máquinas de coser que vivía por las inmediaciones del Cuartel de Bomberos. Un día eligió Casares para venir a jugar y se enamoró de su gente y de su pueblo para toda la vida. Julio González, en sus años mozos fue jugador de Racing de Avellaneda (llegó a la tercera división y fue suplente de primera), hasta que el servicio militar interrumpió momentáneamente su carrera, ya que cumplió con la patria en Bahía Blanca y viajar en ese entonces no era tan fácil, por lo que jugó en equipos bahienses. Cuando volvió, lo fueron a buscar de Racing y su tío Suárez lo invitó a venir a Deportivo. Eligió venir a Casares, con un amigo de toda la vida, que fue su “compadre” dentro de la cancha: Mariano Zaccarello. En Deportivo Casares escribieron la más brillante página de la historia del fútbol casarense.
Y esa elección de venir a Casares, fue una elección de vida, ya que acá conoció a Pierina Lucía Córdoba, Tití, con quien se casó, formando un matrimonio para toda la vida, donde nacieron dos hijos, Gregorio Luis y Julio. Vivían en Villa Celina, pero con el deseo de siempre de venir a radicarse, “para siempre” decía Julio, en Carlos Casares, lugar que visitaba muy asiduamente.
Su salud comenzó a flaquear, por lo que hacía un tiempo que no nos visitaba, y el 26 de mayo, cuando contaba 84 años de edad, le hizo la última gambeta a la vida y se fue a unirse con su amigo Mariano Zaccarello, que se había ido un par de años antes, ausencia que Julio no pudo superar. Y ese amor por Casares, fue el póstumo deseo de su vida, que le cumpliera su familia. El querido e inolvidable Julio González, aquel que vistió de fiesta muchas tardes futboleras y de amistad y cariño muchos pechos casarenses, fue sepultado en el Cementerio Municipal de Carlos Casares el miércoles 28 a las 10 hs., previo responso religioso en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen
ANGEL BERNARDO “PICHÓN” VIGNAU
Otra de las figuras consulares de nuestro fútbol local, desde los distintos aspectos que dicho deporte reclama. De su vida profesional, privada y política, nos ocupamos en lugar aparte, aquí compartiremos, su aspecto deportivo, que en rigor a la verdad, fue amplio, brillante y meritorio.
Jugador de fútbol construido con la mejor madera, de temple, presencia, inteligencia y calidad. Amo y señor de la media cancha, patrón por juego y espíritu, “Pichón” Vignau, como lo llamaba la afición futbolera, dejó la marca de su presencia en las canchas donde se presentara. El, como el Gallego Abelairas y Juan Carlos Ilardo, se destacaron en San Martín y brillaron por méritos propios en el firmamento “genuino”, es decir en Atlético Carlos Casares. Integraron equipos inolvidables, que escribieron para siempre sus nombres en la historia del cuadro decano de nuestro fútbol, donde dejaron su impronta y marcaron un camino.
Pero, en el caso de Ángel Bernardo Vignau, no solamente se destacó como futbolista en un rectángulo de juego, sino que a través de su faceta de dirigente y de Director Técnico, supo marcar un rumbo y escribir una rica historia. Fue el verdadero conductor de jugadores desde el borde de la cancha, logrando grupos humanos que dejaron su marca. La Aplanadora, acaso, aquel casi invencible equipo de Atlético, fue una de las más brillantes expresiones del fútbol casarense. También en otra institución señera de nuestro medio, Sp. Huracán, logró plasmar una formación que lograra el título de Campeón en nuestra Liga.
Retirado de la práctica de esta actividad, siempre fue persona de consulta para los temas futboleros, principalmente en las tertulias de café donde se analizaba al más popular de los deportes y en El Oeste, por varias temporadas, principalmente en los partidos que disputara nuestra Selección, fue un columnista de lujo, en el análisis y el comentario, A pesar de haberse destacado en otros deportes, el fútbol fue su verdadera pasión y en la que volcara su más grandes esfuerzos y conocimientos.
Con este apreciado amigo fallecido a los 76 años el miércoles 28 de mayo, se ha marchado una de los más grandes figuras que nos diera el deporte a los casarenses.
Maestro, como solía llamarlo, gracias por todo lo que nos brindó, que el Señor le de la paz que su descanso se merece y que desde la nostalgia siga llegando hasta nuestros mas queridos recuerdos para entibiarnos de emoción los sentimientos.