El cierre de la fábrica de quesos de Gobernador Arias no es un hecho menor. Adquiere la gravedad del cierre de una fuente de trabajo, de la que se sustentaban 26 familias. Es cierto que se los indemnizó y que salvo algunas cuestiones que pudiera reclamar el sindicato respectivo, todo estaría encuadrado dentro de la ley. También es cierto que esas personas han quedado sin trabajo en momentos en que la oferta es menor y más problemática aún en una especialidad específica como esa.
Pero claro, ahora comienzan a verse los fantasmas que no se vieron en la oportunidad, y que escondían la clara intención empresaria de bajar la persiana de dicha fábrica por entender quizas que el negocio ya no les convenía, que la poderosa empresa desviaba sus inversiones hacia otros negocios. Y para sus intereses era mejor que dichas intenciones no trascendieran, mientras se estaba en negociaciones para venderla. Consumado el hecho se ventilan ahora acusaciones, mentiras y cargos hacia el personal jerárquico, que -dicen- no va a quedar mal parado, lo que se verá en un futuro no muy lejano si llegará a ser así.
De todas maneras las esperanzas no deben agotarse, la fábrica -eso dicen- está en venta, y dado que está en perfecto estado de funcionamiento y sin personal es probable que aparezcan interesados.
Se sabe que a nivel del área de producción de la comuna se están realizando activas gestiones para intentar reincertar a la mayoría del personal si es que se concreta su venta.
Por el momento hay mal olor, fruto de resquemores, dudas y sospechas, que tal vez no pasen de eso. Es de desear que la lucesita encendida de la cual hablábamos en nuestra anterior edición adquiera la dimensión deseada, y esas familias que hoy están en la incertidumbre, puedan recuperar la tranquilidad.