Si bien la venta de autos marcha a la vanguardia del derrumbe de las ventas en algunos rubros, al punto de que se estima que marcas líderes del mercado automotor registran bajas del 40% en sus ventas, una situación similar viene atravesando el mercado inmobiliario, que luego del cepo al dólar no ha logrado encauzarse, pese a que se ha notado una baja en las pretensiones de los vendedores. A todo esto se le suma el comercio en la mayoría de los rubros, sea en alimentación, gastronomía, la industria textil, del mueble, los combustibles, y créase o no también los medicamentos, que han registrado una baja considerable en la demanda, a la luz de los continuos aumentos.
La inflación sigue alta, los sueldos pese a que han aumentado no resultan suficientes, y si a eso le agregamos el incremento de los servicios, que como en el caso del gas son muy altos, el panorama no podría ser más desalentador.
Hay un clima de cierto pesimismo en la población, que se advierte a simple vista. Para muchos es un desánimo exagerado, entendiendo los sectores del gobierno que prestan una ayuda y asistencia especialmente a las clases más despro-tegidas, y en los sectores del trabajo se han logrado convenios muy por sobre los niveles de inflación.
Sea como fuere se aprecia la caída aludida, los indicadores lo confirman, pero muchos se lo adjudican a una retracción producto de cierto pánico que han creado algunas usinas empeñadas en generar una sensación que no siempre se apoya en la realidad. Eso si tenemos en cuenta que los lugares turísticos rebasan de gente los feriados largos, que en la clase media hay demanda de dólares-ahorro, que los viajes al exterior se han multiplicado, que las primeras marcas son las que más se consumen, y que los comerciantes de electrodomésticos baten récords de ventas.
Habrá que esperar y ver si se trata de una retracción en el consumo por tantas versiones agoreras que corren, o si en realidad la economía se va a pique.