La política en sus cientos de definiciones, lo concreto es que debe estar orientada al bien común, que quien la practique debe hacerlo en el convencimiento de que su trabajo está llamado a mejorar la calidad de vida de la gente. Es, si se quiere, un acto de servicio, aunque si nos atenemos a la realidad cotidiana muy pocos así lo entienden.
La actualidad nos mostró días pasados un hecho que desnuda en toda su dimensión el mal uso de la política, en este caso no con un fin dañino y menos aún intentando sacar algún tipo de ventaja, sino tan solo cometiendo el error de hacer política privilegiando lo partidario antes que lo comunitario, desoyendo el mandato de los ciudadanos que en los momentos cruciales necesitan el apoyo y la comprensión de los gobernantes.
Lo sucedido días pasados en la entrevista que le realizara al Intendente del vecino partido de Pehuajó, Pablo Zurro, el programa periodístico-satírico-humorístico CQC, dio motivo a un sin fin de comentarios y a descarnadas críticas en medios periodísticos y especialmente en las redes sociales, atribuyéndole al jefe comunal una actitud soberbia, desconociendo la realidad en una pretendida defensa de lo indefendible, cuando en realidad el problema que preocupa a los pehuajenses y también a los casarenses, el que no es menor sino que compromete seriamente la salud, y debiera ser también su problema. En cambio Zurro discutía con el periodista sobre niveles de arsénico, los negaba en cierta medida, ocultando la desidia y la irresponsabilidad de la empresa proveedora del agua, cuando debiera haberse puesto al frente de los reclamos de los vecinos, verdaderas víctimas de esa sinrazón que nos tiene hartos de reclamar, rogar, hacer análisis por nuestra cuenta y llegar la conclusión de que esa empresa es sorda, también ciega pero no muda, porque mienten, prometen y obviamente no cumplen. Era patético ver al funcionario de ABSA entrevistado por el periodista Gonzalito, riendo por momentos, tomando agua sucia y prometiendo mentirosamente que iban a solucionar el problema que no reconocían.
Zurro se equivocó, pese a sus antecedentes, los que a nivel de su gestión comunal, hablan bien de él. Pero esta vez -lo repetimos se equivocó- hizo la mala política, olvidó que primero antes que nada está el bienestar de su pueblo. Probablemente el acoso del periodista, su desenfadado y poco protocolar estilo lo haya sacado, y dijo -tal vez- lo que nunca hubiera querido decir.
De todas maneras, como dijera algún fatalista, «ya está», rebobinar es imposible, pero es bueno que lo ocurrido sea un aprendizaje. Mañana Gonzalito estará en otro pueblo ocupado de otros problemas, ridiculizando a otra gente, pero los vecinos de Pehuajó, también los de Casares, seguirán tomando el agua mala y merecen que se los respete y proteja.