La Plaza San Martín, epicentro de las celebraciones casarenses
na costumbre que se había perdido, vaya a saber por qué. Tal vez porque las modas tienen eso, se descarta aquello que parece demasiado popular, cursi, pueblerino. En ese afán de renegar de las pequeñas y simples costumbres que tienen los pueblos de campaña. Pero esa modalidad ha vuelto y con inusitada energía, convirtiéndose nuevamente la plaza en el epicentro de las celebraciones casarenses.
Nos referimos a la plaza San Martín, lugar de encuentro, de diversión de paseo, allí se dan cita los jóvenes, las familias, los niños, se hacen desfiles, maratones, actos públicos, celebraciones tradicionales, ferias, actuación de músicos, y hasta carrera de bicicletas, los juegos infantiles están atestados de chicos, y sobre la gramilla o los bancos las familias encuentran el lugar ideal para tomar mate, charlar y degustar algunas de las delicias que se ofrecen en los kioscos y puestos de venta de alimentos. Los fines de semana soleados es un mundo de gente, no hay «vuelta al perro» como antaño, pero se usa de mil maneras, con menos formalidades, pero en todos los casos en la búsqueda del entretenimiento y el culto de la amistad y la buena vecindad.
Está bueno que sea el gobierno comunal el que haga de la plaza el lugar elegido para todas sus celebraciones. Días pasados con motivo del Día del Niño la convocatoria fue multitudinaria, participaron las autoridades, los padres, los abuelos, y ni que decir de los niños que pasaron entre juegos y diversiones una tarde espectacular.
Y podría usarse más todavía. Realizar concursos de pintura por ejemplo, tomando la misma plaza y sus sectores aledaños como motivos para los trabajos. Dar películas en verano, realizar espectáculos en el centro de la misma para no molestar al vecindario, usarla las cooperadoras, los clubes, las instituciones. ¿Se acuerdan cuando se interpretó en la plaza la Misa Criolla para una Fiesta del Girasol?
Desde siglos atrás las plazas son el símbolo de cada pueblo, allí se realizaban kermesses, ferias, fiestas populares, actuaban artistas, magos y malabaristas. Y también se elegía la plaza para los juicios y ejecuciones. La plaza era el lugar de la protesta y la alabanza, los balcones de los palacios de gobierno dan a la plaza, allí se organizan las marchas y se peticiona, en su entorno se aglutinan los edificios de la justicia, del clero, las oficinas públicas y los edificios más emblemáticos.
Volver a la plaza, lejos de ser demodé es satisfactorio, agradable, llevar a un hijo o a un nieto a los juegos es maravilloso, ponerse de novio, aplaudir a un cantante, comer el pancho más rico del mundo, o sacarse una foto con el Sapo Pepe nos hace comprender la belleza que encierran las cosas simples de la vida. Volvamos a la plaza.