El clásico de los clásicos, el Boca-River que mueve multitudes, tiene para los hinchas un atractivo. Estar en la tribuna es un privilegio, y como los privilegios se pagan, aquellos que no consiguieron entrada porque no se animaron ni pudieron hacer colas interminables para conseguirlas, debieron comprarlas (¡oh, que raro!) en el mercado de la reventa. Se ofrecían por Internet en forma particular y en el sitio Mercado Libre, también por contactos, en fín, de todas las formas posibles cuando acontecen hechos de esa naturaleza. Los precios trepaban hasta los 1500 a 2000 pesos por entrada, y podían considerarse afortunados aquellos que las conseguían por 1000.
CASARENSES QUE NO QUISIERON PERDERSE EL PARTIDO
Como ocurre cada vez que tiene lugar el gran clásico, son muchos los casarenses que quieren estar en la tribuna e intentan conseguir entradas. Un «reventa» de Buenos Aires que tenía algún contacto con hinchas de River le habría ofrecido entradas (como lo había hecho en otras tantas oportunidades) al conocido vecino y fana riverplatense «Kaito» Ruviera, asiduo concurrente a la cancha de River cada vez que juega su equipo. Telefónicamente Kaito habría concertado la compra, sumándose varios conocidos hinchas de river, aRgunos de los cuales encargaron entradas para sus hijos y familiares. Dicen que en total eran alrededor de 15, no lo hemos podido precisar. El precio de las entradas se concertó en $ 1000 cada una, y alguien que viajó a Buenos Aires se contactó con el reventa, adquiriéndolas. Eran entradas llamadas de «protocolo», de esas que se obsequian o entregan a dirigentes para que las repartan a personas conocidas o relacionadas a la institución. En el último mundial hasta los dirigentes de la FIFA comercializaban con ese tipo de entradas.
NI LA LLUVIA LES ENFRIÓ LA CALENTURA
Los casarenses fueron tempranito, encapuchados y con pilotos para soportar en las tribunas del monumental la lluvia que se anunciaba. Con ellos, más especificamente con Kaito Rubiera fue Oscar Ramón que tiene un abono de platea y por lo tanto asegurado su lugar. Al llegar, muy eufóricos, con sus camisetas gorritos y distintivos, los casarenses se aprestaron a ingresar al estadio. Entre ellos, además de Kaito, estaban Juan Cerdá de Las Lagunas, Lucky Oddo, Miguel Glik, Fabián Vicente, Velazco, Perelló, algunos con sus hijos y familiares, todos dispuestos a vivir una gran jornada futbolística, que además de la incesante lluvia se les aguó en todo el sentido de la palabra, ya que en la puerta de ingreso, tras ser revisadas cuidadosamente las entradas les dijeron: «no pueden pasar, son truchas». Y de nada valieron las explicaciones, dichas entradas eran falsificadas, como también los fueron miles en el Mundial, y seguramente para ese mismo partido. Mojados, calientes y desilucionados, los casarenses debieron resignarse y emprender la retirada, cansados de esperar al reventa, que dijo «ya voy» y no apareció, mientras Ramón con su entrada ingresaba sólo al estadio, no sin antes derramar una lágrima gallinacia por la suerte de sus compañeros que lo saludaban apenados. Pensar que le habían llevado unos chorizos de regalo para el que les vendió las entradas…
LO VIERON POR LA TELE
Como eran poco más de las 14 hs. llegaron a Casares con tiempo para ver por televisión el segundo tiempo, tomar unos mates y olvidarse del viaje, la frustración y los mil pesitos por entrada perdidos, más el resto de los gastos. El reventa no contesta las llamadas, es que los celulares andan mal últimamente…
En cuanto a Ramón, pese a que el fútbol es pasión de multitudes, volvió solito, un amigo de la tribuna lo llevó a Retiro al terminar el partido, y regresó en micro llegando a la madrugada.
LOS CHORIZOS PARA EL SABANDIJA QUE LOS ENGATUZÓ, QUEDARON EN LA GUANTERA…
Lucas Oddo integró la banda bullanguera que se quedó afuera… del monumental. Espérando bajo la lluvia comieron una hamburguesa, que «fue la hamburguesa más cara de nuestras vidas», dijo Oddo.