Palabras de despedida para un amigo
Aquel descendiente de vascos que venía desde una quinta cercana a la ciudad a desem-peñar sus tareas docentes, siendo para nosotros, sus alumnos de Contabilidad, mas un compañero que un superior, fue adentrándose en nuestra juventud como un integrante más del grupo.
Luego la vida siguió su rumbo y aquel Juan Ángel Durana que conocí en mi juventud, volvió estar ligado a mi vida de relación cuando el advenimiento de la democracia donde se desempeñara como Secretario Administrativo del H. Concejo Deliberante y volviera a ser nuevamente un poco nuestro “profe” en el recién recuperado camino de la democracia.
Con dedicación, paciencia y sin fijarse en los colores políticos, él Radical y nosotros provenientes del Justicialismo supimos mantener una amistad que estaba por encima de ideologías y edades.
Un día la política cambió de rumbo y me tocó a mí ocupar la Secretaria del Concejo. Muchas veces recibí su colaboración y consejos, porque Juan Ángel, al menos para mí, no tenía reparos ni egoís-mos. Pero el destino que maneja los hilos de la vida, y marca los caminos a recorrer, nos llevó por distintos senderos. Y se fue a trabajar a la Cámara de Diputados de la Provincia como colaborador inmediato de otro de mis grandes amigos que me diera la política y la vida: José Juan Andreoli, y seguimos transitando caminos distintos pero con recorridos parecidos, que muchas veces tenían puntos de contacto para la charla amena, los recuerdos que nos ligaban a momentos vividos en compañía.
Pero no todo en la vida dura para siempre, y, lamentablemente, llega un día que la salud comienza a pasar sus boletas y las tardes de sol comienzan a ser grises y la noche del final del camino comienza a verse cada vez mas cerca. Juan Angel comenzó a transitar el camino del calvario final, y esos vaivenes de la salud, como escarceos nerviosos del brioso corcel de la existencia, fueron minando fuerzas y resistencias físicas, recorriendo la pendiente del camino con el paso lento del próximo adiós, pero en marcha sin pausas hacia el desenlace que cada uno de nosotros tenemos marcado. Y el lunes 30 de abril, a los 74 años de edad, en Junín donde estaba internado, Juan Ángel Durana, aquel descendiente de vascos que venía desde una quinta cercana a codearse con la educación, quien fuera el primer Secretario del Concejo Deliberante cuando el retorno de la democracia, dejaba este mundo terrenal para volverse recuerdo.
La ceremonia de su velatorio e inhumación de sus restos mortales en el Cementerio Municipal el 1º de mayo a las11 hs., previo responso rezado en la Iglesia Parroquial, fue una muestra del dolor que produjera su partida.
Siempre repetía “hay tres tipos de vascos, los franceses, los españoles y los…Si, tal vez sean los que uno guarda en sus recuerdos para siempre…
J. D. O.