Con la mala vida que va mutando distintas formas de delinquir, para vivir a costa de vecinos por lo general humildes, a los que despojan en descuido del poco dinero que llevan, hoy en día son pocas todas las previsiones que se puedan tomar. Los arrebatadores o descuidistas eligen preferentemente a mujeres que se manejan en bicicleta para hacer sus compras, trámites o «mandados», y por comodidad llevan sus carteras o monederos en los canastitos de sus rodados. Presas fáciles para los sabandijas que están a la pesca de alguna persona descuidada a la cual despojarla de lo que lleve de valor. Se manejan en yunta y en moto, eligen la víctima se le ponen a la par y le arrebatan la cartera o monedero que llevan en el canasto y se dan rápidamente a la fuga. Ni necesitan estar encapuchados o con su rostro cubierto, es todo tan rápido y sorpresivo que la víctima a lo sumo podrá describir luego el color de la moto y algún otro pequeño detalle, pero difícilmente otras características que permitan identificarlos. ¿Qué hacer?, empecemos primero por qué no hacer. Jamás sujetar o atar la cartera o monedero al canasto o a la bicicleta, porque un tirón de los ladrones pueden derribar a quien conduce el rodado con consecuencias físicas impredecibles. Deben olvidarse de llevar la cartera o monedero en el canasto, lo ideal es ocultarlos entre sus ropas, lejos de la vista de los ladrones oportunistas. También es riesgoso llevar carteras colgadas de los hombros, ya que un tirón brusco puede causar el mismo efecto.
Dentro de las previsiones están las que deben tomarse a la salida de los bancos, especialmente los jubilados que han cobrado sus haberes, que por sus condiciones de vulnerabilidad resultan presas fáciles de los arrebatadores.
Y volvemos siempre a lo mismo. Los autores de estos delitos son viejos conocidos de la policía, con prontuario variado y entradas y salidas múltiples por la famosa puerta vaivén que ya nadie cuestiona, Elementos que han aprendido a ganarse la vida de esa manera, amparados por un sistema que rara vez los friza en un calabozo, para mostrarles de que lado están los buenos y donde deben estar los malos.