La vida es una entelequia,
acaso solo un sendero,
donde nos lleva la existencia
hacia un tiempo de recuerdos…
Cada esperanza sembrada,
será cosecha de sueños,
flores de un jardín de vida
perfumando nuestro tiempo…
Hay personas a las que a pesar de no tener un trato cotidiano, un acercamiento de amistad, uno siempre recuerda algún detalle de ellas, una sonrisa, un comentario, la calidez de su mano en un saludo…siempre hay un gesto, un recuerdo, jugueteando en nuestra memoria.
María del Carmen Mora, la querida “Vasquita”, fue una de ellas. Uno la recuerda alegre, habladora, amiga de sus amigos, con la calidez del cariño en el saludo y el abrazo, brindando a todos su simpatía, aún desde la modesta expresión de un “hola, que tal?”.
Esa inolvidable Vasquita, responsable y pulcra en las tareas que desempeñara, dedicada por entero a sus obligaciones, pero sin quitar tiempo para la atención de sus sentimientos y amistades.
Un día, llegó ese gordo bueno de Carlos Echeverría, su compañero hasta que el destino y el tiempo que maneja nuestra existencia lo dispusieran. Pero hubo un día en que María del Carmen Mora se vio otra vez sola en el recorrido de su camino, con los altibajos que la vida, a pesar de que eran pocos los años de su existencia, le deparara. Y el jueves 5 de febrero ese recorrido llegó a la meta que el destino le fijara, y con solo 64 años de vida, emprendió el camino hacia los celestes espacios donde moran los recuerdos.
El acto piadoso de su velatorio y de su inhumación en el Cementero Municipal el viernes 6 a las 10 hs., previo rezo religioso en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, fueron una clara muestra del dolor que su muerte generara.
María del Carmen Mora, Vasquita alegre y jovial, tu partida nos ha dejado un gran dolor y habrá siempre un puñado de hermosos recuerdos manteniéndote presente en la memoria y el sentimiento de familiares, amigos y compañeros de ruta, por este mundo que te ha visto partir.