Los pueblos del interior de nuestro partido han vivido sin duda alguna horas de júbilo y celebraciones al haber cumplido sus centenarios. Miles de personas generaron euforia, se transmitió una sensación de bienestar y crecimiento, a tal punto de que todo parecía indicar que había un antes y un después. Paralelamente se han anunciado obras de infraestructura, se intenta generar mano de obra y hasta se fogonea a sus habitantes para que trasciendan regionalmente a través de actividades sociales, deportivas y culturales, siempre en el intento de verlos crecer o al menos detener el éxodo que los somete a la decadencia. Pero la realidad es insoslayable, poco a poco sus poblaciones van disminuyendo, los hijos de los pobladores buscan otros horizontes y no bastan ni obras ni buenas intenciones para poder revertir esa lamentable situación.
Una prueba de ello lo puede dar el número de inscriptos en primer grado en todas las escuelas de los pueblos. Por citar algún ejemplo en el año anterior -si la información no ha sido errónea- egresó del Jardín de Infantes de Moctezuma un solo alumno, lo que permitiría suponer que ingresaría a primer grado la misma cantidad, o sea un sólo alumno, cuando años atrás, no demasiados, el ingreso de alumnos a primer grado era de 12 ó 13, cantidad ésta aceptable para tener un grado independiente. Y como el caso de Moctezuma seguramente deben ocurrir situaciones similares en el resto de las localidades, lo que vislumbraría un panorama por demás preocupante, ya que no existiría una solución, como no sea la radicación de empresas generadoras de mano de obra, que reclamen la radicación de familias y se frene el éxodo, que como gotas de agua, van despoblando las localidades de nuestro interior.
Quisiéramos proponer más que opinar. Las autoridades municipales deben escuchar a los pobladores, conocer a fondo sus necesidades y atender a sus reclamos, para, entre todos, crear programas que contemplen el crecimiento creando condiciones para afincar a sus habitantes. Un alumno que egrese del Jardín, con la posibilidad de que ese único alumno comience primer grado, es una realidad que golpea como un cachetazo.