El Nacionalismo se convirtió , hacia fines del siglo XIX, en el modelo ideológico fundamental de muchas naciones. Una vez consolidado el proceso de unificación y establecimiento de fronteras, se iniciaría en las futuras potencias una idea de solidificación de ese nacionalismo, a partir de fomentar la expansión imperialista.
Es indudable que el poderío económico derivado del proceso de industrialización fortaleció enormemente a las naciones capitalistas predominantes.
Así fue como Gran Bretaña señalaba el camino; hacia fines del siglo XIX más de la mitad del área cultivable del mundo se hallaba bajo el dominio de la bandera inglesa. India, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Sud Africa, Birmania, Sudán y la Unión Sudafricana, junto con innumerables islas, conformaban un gran imperio. Luego estaba Francia con posesiones casi igual en extensión pero con tierras menos ricas en productividad. Argelia, Africa Occidental Francesa, Africa Ecuatorial e Indochina y también muchas islas, constituían el poderos imperio francés.
Alemania e Italia llegaron tarde al festín imperial porque primero debieron dirimir sus cuestiones internas, como ser la unificación nacional, el desarrollo industrial y los conflictos entre el Estado y la Iglesia. Sin embargo desde 1880 estaban en condiciones de iniciar la carrera imperialista, aunque en el caso de Alemania , el “Canciller de Hierro”, como así era llamado Otto Von Bismark, personaje clave en el naciente poderío alemán, al principio no estaba muy de acuerdo, luego aceptó las reglas del juego internacionales y se lanzó a ocupar territorios en África, igual intento hizo Italia, aunque con algunos fracasos bélicos como en Abisinia (Etiopía )
La Rusia de los Zares no estaba en condiciones de ocupar territorios de ultramar, pero sí de expandirse hacia las fronteras , tal el caso de la ocupación de Siberia, o territorios cercanos al pacífico o la instalación de colonos no deseables polos acólitos del Zar en las llamadas Zonas de Residencia.
Por su parte Japón le declaró la guerra a China, derrotándolo y exigiéndole la entrega de Formosa y la independencia de Corea
Países europeos más pequeños y menos poderosos , tales como Bélgica y Holanda entraron en una segunda línea en la carrera imperialista.
El caso de EEUU reúne todos los condimentos de apetencia imperial, y si bien parecía que llegó tarde, veremos con el correr del siglo XX que modernizó las formas de dominio imperial. Luego del triunfo del Norte sobre el Sur en la Guerra de Secesión, el proceso industrialista se multiplicó y la necesidad de tener materia prima para abaratar costos, se hizo imperiosa. Así sucedió con la ocupación de Luisiana, perteneciente a España; la conquista del Oeste, territorios de los pueblos originarios y el avance hacia el sur para ocupar el norte de México, muy ricos en petróleo, fundamental en el proceso de la Segunda Revolución industrial. Así, unificado y en franca expansión, la poderosa nación americana, podía llevar adelante las precisas del nacionalismo que señalaban sus fundadores, tomando la cuestión racial y religiosa como base de ese pensamiento. Para ellos ser blancos, anglo sajones y presbiterianos eran características fundamentales para dar origen a una futura potencia imperial.
La situación en Argentina y el formación de la Colonia Mauricio
Con la renuncia del presidente Juárez Celman, debido a la Revolución del 90, el vicepresidente Carlos Pellegrini se hizo cargo del Poder Ejecutivo y sometió al país a una economía de forzoso ajuste debido al endeudamiento público. Como sucedió siempre con las políticas conservadoras, los más perjudicados fueron los sectores populares. No obstante ello, la política inmigratoria continuaba, aunque muy poco controlada.
En realidad , salvo excepciones , como lo fue Colonia Mauricio, el resto de los inmigrantes tenían que arreglárselas como podían, tal el caso de los españoles e italianos que llegaron a fines del siglo XIX al actual partido de Carlos Casares.
Según relata la profesora Susana B. Sigwald Carioli en su obra “ COLONIA MAURICIO, Génesis y desarrollo de un Ideal” la conformación social y organizativa de la Colonia se podía dividir en dos partes: los dirigentes y los dirigidos Los primeros estaban compuestos a nivel nacional y regional por los Directores, el Administrador, los inspectores, los administrativos y el personal contratado para el asesoramiento técnico y la tarea educativa. Todos debían responder a la política de colonización de la J.C.A. ( Jewish Colonization Association ). La política verticalista de la organización respondía a las decisiones impuestas por el Consejo de Administración y los Directores Generales radicados en París o Londres. El otro sector estaba compuesto por los colonos ( con un contrato de promesa de venta) y los jornaleros ( grupo integrado por los llamados “solteros”).
Para poder comprender el desarrollo de la Colonia, se hace menester transcribir textualmente el análisis que hace Sigwald Carioli en la obra citada
“La desarmonía y la falta de comunicación entre estos dos sectores constitutivos, unidas a las diferencias en ópticas, objetivos y filosofía de vida entre los dirigidos, llevan a cuestionamientos y enfrentamientos que desarticulan una planificación elaborada por el Barón Hirsch con rigurosidad empresarial pero sin consideraciones de factibilidad que prevean alternativas sustitutivas. El plan elaborado con inobjetable finalidad pero con total desconocimiento de la realidad del país en que se debe desarrollar el proyecto e ignorando – paternalistamente- las personales expectativas de los futuros colonos, está-desde su inicio- condenado al fracaso como empresa colectiva y jalonado por dudas, temores y choques permanentes entre las partes”
Ante tal situación fue obvio que la muerte del Barón Hirsch, trajera aparejado una discontinuidad en la dirección y desasosiego en la población de la Colonia, ahondando la desarmonía entre las partes..
Profesor Daniel Lombardo