Les dicen los «chicos malos», son los menores que en un alto porcentaje de los ilícitos que se cometen, aparecen como autores, y en muchos casos de aberrantes delitos que incluyen muertes y salvajes castigos a ancianos y mujeres, haciendo gala de una crueldad inimaginable.
Aquí en Casares, en el mapa del delito los menores tienen un alto protagonismo, se les dice «los de siempre», aquellos que en la justicia entran por una puerta y salen por la otra, y a medida que se van curtiendo y adquiriendo experiencia se animan a más cada día, hasta que finalmente se convierten en delincuentes avezados, habitantes de calabozos y cárceles y ya poco queda hacer por ellos.
Son conocidos, se sabe que no tienen trabajo, que delinquen para vivir, se drogan, con frecuencia se emborrachan, son pendencieros y generan violencia en todo momento. Terminan formando parte de un segmento de la sociedad marginado por el que nadie hace nada, ni siquiera aquellos que pueden hacerlo.
Si la policía los conoce, sabe de sus paraderos, que hacen, a donde van, incluso ya detecta la forma como trabajan, en que andan, acaso en lugar de buscarlos cada vez que se perpetra un delito, ¿no sería mejor trabajar sobre ellos, intentar recuperarlos, insertarlos en la sociedad, sea estudiando, trabajando o proporcionár-seles cura si es que son adictos a las drogas o al alcohol?.
Obviamente ese no es un trabajo policíaco, son la instituciones las que tienen que ocuparse y tratarlos, no podemos conformarnos con ponerles un mote, sean chicos malos, sean lo que fueren, y cada vez que alguien es asaltado, robado, víctima de una entradera ir a buscarlos ante la presunción de que pueden haber sido ellos. Y mientras tanto se hacen mayores, sin que la sociedad los contenga e intente por lo menos enseñarles y posibilitarles la buena senda.
Todo esto pareciera ser apenas una expresión de deseos imposible de cumplir. Pero bajar los brazos sin intentar de integrarlos a la sociedad proporcionándoles herramientas con las cuales defenderse, y cambiar de vida, sería como aceptar que están perdidos, que para ellos no hay más oportunidades, total son los «chicos malos».