En distintos puntos e instituciones de nuestra ciudad se han realizado colectas para los inundados de Luján, Mercedes, Areco. Olivera y otras ciudades a las que el agua tapó con las crecida de los ríos de la región. Nos decía la gente del Rotary Club que es notable la cantidad de elementos, ya sea ropa, alimentos perecederos, agua mineral, colchones, y todo tipo de elementos para paliar las necesidades de cientos y cientos de familias evacuadas, muchas de ellas que lo han perdido todo. Por su parte Los Grobo enviaba un camión de harina y se estimaba que podrían concretarse otras importantes donaciones de empresas locales. Casares sabe lo que es una inundación, tanto en la zona rural como en la ciudad, y tal vez sea por eso que los resortes de la solidaridad se mueven con presteza en estos lares, ante un fenómeno que castiga a otras personas, pero al que no somos ajenos. Se han realizado importantes envíos y se siguen recibiendo donaciones. Si bien es cierto todo indicaría que lo peor ya pasó, ahora llegan los momentos de la reconstrucción, de evaluar que es lo que se ha perdido y que hace falta.
Por sobre el fenómeno, la tragedia y la impotencia, es de pensar que deben instrumentarse políticas hídricas que ante situaciones como la apuntada, hagan posible el escurrimiento de las aguas. En medio del problema sólo se puede demostrar solidaridad, cuando lo que hace falta es atacarlo de raíz para que no se produzca.
El gobierno nacional ha dispuesto doblar los montos de todas las asignaciones familiares, al igual que las jubilaciones y pensiones, a fin de que los damnificados puedan contar con esa ayuda económica que por supuesto será insuficiente pero al menos paliará en parte sus padeceres.