He dejado pasar un tiempo, darle espacio a la reflexión, y tratar en estos pocos trazos de expresar mi opinión con relación a las inperfecciones de la democracia. Un estilo de vida, dicen algunos, el menos malo de los sistemas afirman otros, por lo que todos coinciden que es como debemos vivir.
Pero aún así a los políticos (no digo clase política porque no les gusta) les cuesta convivir en democracia pese a que viven proclamándola. Los que alcanzan el gobierno y ocupan la vidriera son los responsables de los actos institucionales y republicanos, a los que concurren con su séquito, pronuncian sus discursos, cantan el himno, cortan las cintas e izan las banderas. Los otros, los que recibieron el esquinazo eleccio-nario y democrático, esos no existen, se borran olím-picamente de todo acto público donde haya tufo a oficialismo, y cual si fueran parias de un sistema, el que han elegido, aguardan en las sombras el tiempo democrático, para intentar entonces el abordaje. No están, no participan, los dueños de la pelota son la cara visible de nuestra insti-tucionalidad. Ni San Martín, ni Belgrano, ni Sarmiento los acercan, tampoco Las Malvinas y cuanta bulla de argentinidad se arme. NO ESTÁN. Como no estuvieron antes los que ahora están. ELLOS TAMPOCO ESTUVIERON. La falla de la democracia.
Ni Barenboim, ese genio, pudo arrimarlos…
Si, ni ese portento musical que ya ni es argentino, ni palestino, ni francés, ni casarense, sino del mundo entero, llamado Daniel Barenboim pudo lograr juntar bajo el cobijo del Salón Blanco del municipio, la casa de todos, a oficialistas y opositores. Unos estaban, los otros no. ¿Política?, no, tontería.
¿Llegará el día en que nuestros políticos entiendan que la democracia los abraza, sean gobierno u opositores, que en los actos, conmemoraciones, homenajes deben estar todos, porque democracia es pueblo, todos gobiernan.
¿Si mañana el Papa Francisco descubriera como Barenboim que tiene raíces en Casares y viniera a nuestro pueblo, tampoco irían a verlo, a saludarlo, a admirarlo?. Y no, capaz que no irían. Los otros tampoco si fuera al revés.
Todo esto me hace acordar señor director al pueblo de mi padre, dividido en dos, los de éste lado de la vía y los del otro lado. Ni se hablaban, o si hablaban era para la crítica y el insulto. Hasta tuvieron que hacer dos iglesias, porque ni en misa se juntaban.
Todavía no lo puedo creer. Ni Barenboim pudo juntarlos. Y eso que el maestro no es político, lo que hace hermana a los países, la música es ecuménica, él es ecuménico, fue a visitar la iglesia católica, conoció a los obispos y a nuestro párroco, rezó en la sinagoga de Moctezuma. Y no pudo juntarlos. ¡La pucha!.
Perdone la lata Sr. Director, es que me quedé pensando, es cierto, la democracia no es perfecta.
Lo saludo afectuosamente.
Un vecino más.