¿Se acuerdan del policía Ramallo?. Quien no se acuerda de él, todo un personaje, querido, bonachón, con cara de malo, generador de mil anécdotas, todas divertidas que tenían que ver con su personalidad, las que lo hicieron famoso, algunas por ciertas, aunque muchas de ellas inventadas que incluso traspasaron las fronteras casarenses y ocupaban espacios de humor en revistas policiales y otras.
Era Ramallo el prototipo del policía del pueblo, ingenuo, aunque con su seriedad y su porte (era más bien gordo), metía miedo entre los chicos y desbordaba de simpatía hacia los mayores.
Y créase o no, un policía como Ramallo, Sargento ya retirado de la policía de Yacasta (Sta. Fe), fue el que detuvo a Martín Lanatta, mientras que dos días después otro policía del mismo pueblo, el Cabo Papini, detuvo a los otros dos (Cristian Lanatta y Víctor Schilacci), que muertos de hambre y sed prácticamente se entregaron solos.
Luego se sumaron otras fuerzas, pero siempre de Santa Fe.
Esos dos policías de pueblo, «simil Ramallo» se anticiparon a las fuerzas federales, a los grupos especiales y a la infantería de élite que los buscaban en la zona, demostrando que más vale ser baquiano y saber donde buscar que tener una preparación especial y no conocer el terreno.
Esos policías se merecen cuanto menos una condecoración especial, y que vaya a entregárselas la ministra de seguridad Patricia Bullrich, en reconocimiento a que le sacaron las papas del fuego después del papelón de dos días atrás.