Lo sucedido este último fin de semana en el radio céntrico, a metros de la estación de policía local, cuando un grupo de jóvenes exaltados y presumiblemente en estado de ebriedad, reaccionaron con inusitada violencia contra un grupo de uniformados, demuestra hasta que punto se le ha perdido el respeto a la autoridad.
Los policías que se hicieron presentes en el lugar recibieron una llamada a la línea de emergencia de la seccional local, en virtud de que un joven se encontraba caído e inconsciente, víctima de una reyerta o de un coma alcohólico, lo que no hemos podido llegar a precisar. Tras el llamado a la ambulancia, que a juicio de los que allí la reclamaban tardó demasiado, dichos jóvenes comenzaron a agredir de palabra y de hecho a los efectivos policiales, mostrando un comportamiento irascible y violento, al punto de arrancar gruesas piedras de la vereda y arrojarlas contra un móvil policial y los propios policías, lesionando a dos de ellos de gravedad y a un tercero levemente. Se formó en el lugar una verdadera batahola que creció en violencia cuando se procedió a la detención de uno de los promotores de la reyerta, dando motivo a que sus compañeros reaccionaran apedreando el edificio policial produciendo la rotura de uno de los vidrios de la puerta de entrada al mismo.
Ese comportamiento agresivo y acaso brutal contra la autoridad policial, muestra un resquebrajamiento del orden público, del que depende el normal funcionamiento de las instituciones públicas. El desconocimiento de la autoridad policial pone a fojas cero los principios esenciales que hacen al orden social, instalando una suerte de anarquía en la que impera el desorden, la confusión y la ausencia de autoridad.
Lo sucedido es preocupante. Ya se han registrado numerosos episodios de similar naturaleza en el ámbito de nuestra ciudad en los que se vislumbra una rebeldía agresiva contra los custodios del orden, mostrando actitudes realmente violentas que deben llamar a la reflexión.
Quizás el excesivo consumo de alcohol haya sido el detonante del lamentable hecho, lo que explicaría el nivel de excitación de los citados jóvenes. Sea como fuere, hechos de esta naturaleza hacen necesario poner en marcha operativos de control para subsanarlos y que en la medida de lo posible no se repitan.