Un accidente, ya que no se le puede llamar de otra manera, ocurrió en la rotonda nueva de Ruta 5 y Acceso Mouras, el que si bien arrojó como saldo un fracturado en sus dos piernas, afortunadamente no se trata de un ser humano. En el medio de la rotonda, donde está emplazado su pedestal, yace (o yacía), caído con sus dos piernas quebradas a la altura de la pantorrilla, nada menos que el mítico monumento a El Sembrador. Hechas las fotos nuestro cronista intentó averiguar sobre las causales del accidente, pero las personas consultadas, entre ellos el Secretario de Obras Públicas de la comuna, Ing. Daniel Stadnik, no tenían conocimiento del tema. Nos informaron que la funcionaria Teresa Reinoso estaba encargada de su emplazamiento, pero ella se encontraba en la localidad de Ordoqui, razón por la cual nos fue imposible comunicarnos. Todo hace presumir que El Sembrador se les ha caído cuando lo fueron a emplazar en su pedestal, por lo que ahora deberá ser reparado y puesto en condiciones. Es que está viejito el hombre, de tanto pasarla a la intemperie y mudándose continuamente…
UNA HISTORIA «NON SANTA»
La historia de El Sembrador, ateniéndonos a los dichos de longevos vecinos, que de ninguna manera hemos podido confirmar, es si se quiere «non santa». Vale decir que fue fruto de un hecho que encierra cierta sospecha de que algo raro hubo en ese magnánimo gesto que pasamos a relatar. Dicho monumento, según cuenta la historia fue donado allá por los años ´30 al entonces intendente Dr. Rodolfo Espil, por el famoso «Toro Salvaje de las Pampas» Luis Ángel Firpo, gran campeón de box de peso completo argentino que en 1923 llegara a pelear con el campeón del Mundo Jack Demsey por el título de los pesados, y perdiera por KO pese a que lo había sacado del ring al final del primer round de un fulminante derechazo. Firpo tenía campos en nuestro partido, la famosa estancia Blanca Lourdes, por lo que frecuentemente estaba en nuestra ciudad y tenía fluidos contactos en todos los niveles.
Volviendo al tema de El Sembrador, se decía que Firpo se lo había regalado al intendente Espil, caudillo conservador de la época, en pago de un importante favor político que Espil le hiciera. Dicho monumento fue emplazado en pleno centro de la ciudad, Avda. San Martín y Nueve de Julio, y luego trasladado a distintos puntos, entre ellos en la llamada «curva del cementerio», donde la picardía de los vecinos le pintaba de colores sus atributos genitales, convirtiéndolo en el hazmerreír de los que por allí pasaban. Se decidió sacarlo y fue depositado en el corralón municipal, hasta que volvió a cobrar notoriedad siendo ubicado a la entrada de nuestra ciudad. Un destino que si es reparado seguirá conservando, aunque en el centro de la nueva rotonda.